El presidente de Ecuador, Rafael Correa, habla con los medios tras su incidente en la cumbre. :: REUTERS
MUNDO

La crisis europea domina la agenda de Asunción

La queja del presidente de Ecuador por la presencia del Banco Mundial anima una cita iberoamericana con numerosas ausencias

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Con la asistencia menguada por una masiva deserción, una docena de jefes de Estado y de gobierno clausuraron en Asunción la XXI Cumbre Iberoamericana, dominada por un tema fuera de agenda: la crisis de deuda soberana que aflige principalmente a Europa.

La reunión, a la que faltaron 11 mandatarios latinoamericanos, culminó con una formal 'Declaración de Asunción' sobre el lema de la cita: 'Transformación del Estado y desarrollo'. Pero durante las exposiciones y sobre todo en el almuerzo, los asuntos recurrentes fueron la crisis europea, las decisiones de la reciente cumbre de Bruselas y las expectativas en torno a la cercana cita del G-20 en Francia.

El anfitrión, el presidente paraguayo Fernando Lugo, dijo que en momentos como el actual se impone una «nueva visión del Estado» para acortar la brecha social y dar respuestas a los ciudadanos que se movilizan en todo el mundo.

La armonía se quebró cuando se anunció la intervención de la representante del Banco Mundial para América Latina, Pamela Cox. El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, preguntó a Lugo: «¿Qué hace en esta cumbre un representante que defiende los grandes capitales, los intereses hegemónicos? ¿Por qué en este foro tenemos que escucharla?», inquirió, y de inmediato pidió disculpas y se retiró. Tras la tensión, Cox advirtió de que el riesgo de que el sistema financiero internacional colapse como en 2008 aún no se ha despejado y que eso podría causar un fuerte impacto en la economía real de América Latina.

De nuevo en el recinto, Correa remarcó que las intervenciones del Banco Mundial en los años 90 constituyeron «un desastre» para la región. «Ya es hora de que esta burocracia internacional aprenda a respetarnos», desafió.

En 2012, en Cádiz

En un ambiente mas distendido habló el jefe del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, quien dijo que España debe seguir reduciendo su déficit y animó a los países «que tienen margen» para que pongan en marcha planes de estímulo «urgentes», como una manera de relanzar la economía global.

Zapatero aprovechó para despedirse de América Latina. Dijo que había sido «un honor» conocer más a fondo a los latinoamericanos y destacó que en los últimos años la cooperación hacia la región se ha duplicado. «Me tendrán a su disposición ya no como presidente del Gobierno, sino como ciudadano latinoamericano que me sentiré toda la vida», dijo, y recibió un prolongado aplauso de la audiencia.

El mexicano Felipe Calderón advirtió de que es injusto que los más pobres «asuman los actos de irresponsabilidad de quienes los gobiernan» e instó a que los bancos se hagan cargo de las pérdidas.

Por su parte, don Juan Carlos recordó que el Estado «es esencial» como garante e impulsor de «lo público». «Solo con una administración eficiente y centrada en el ciudadano podrán las sociedades avanzar en la transformación del Estado con el objetivo de mejorar de manera efectiva la calidad de vida de las personas». La próxima cita iberoamericana será en Cádiz en 2012.