Puerto Real, germen de la libertad
ALCALDESA DE PUERTO REAL Actualizado: GuardarHace 200 años en Puerto Real se libró una batalla terrible. Una contienda de pensamiento, palabra y poca omisión. Los ciudadanos de esta bendita tierra fueron saqueados y maltratados por el poder enemigo, pero nuestra geografía supo burlar los intereses geoestratégicos y devolver a la zona su carácter de bastión de libertades.
Puerto Real detuvo la afrenta y gracias a ello toda España y parte del mundo ha podido en nuestros días tomar como propio el espíritu de una Constitución que nació al regazo de las bombas y cuya normativa es hoy eje transversal de libertades democráticas en las que ya ni reparamos.
La historia es una fórmula maravillosa para recrear nuestro presente. Nuestra configuración actual es fruto de aquellos momentos históricos y como buenos ciudadanos es justo su recuerdo y su reaprendizaje.
Como alcaldesa de Puerto Real me enorgullece celebrar esta efeméride al frente de la administración local, la institución más cercana a los ciudadanos y que siempre tiene sus puertas abiertas al pueblo. Dentro del edificio en el que estoy escribiendo estas líneas quedan en el aire momentos álgidos de nuestra historia democrática y algunos otros en los que la agonía social y las penurias familiares han desencadenado algunas lágrimas, pero desde hace más de 200 años esta casa sigue manteniendo vivo el espíritu de sacrificio y trabajo por una sociedad justa y libre.
Seré garante de esos valores aperturistas y tomando como modelo el carácter solidario de los puertorrealeños modelaré los esquemas consistoriales para hacer de esta institución que presido un modelo de conducta social, un lugar donde se imparta la justicia y donde el faro de las libertades de 1812 siempre encuentre su punto de luz.
El Cádiz del bicentenario es una esperanza colectiva en donde deberían darse la mano muchos intereses compartidos que a día de hoy se encuentran dispersos en la Bahía. Debemos ser conscientes de que nuestro carácter mancomunado debería llevarnos de la mano a celebrar una efeméride que supondrá, a buen seguro, numerosos beneficios a nuestra tierra.
Es imposible pensar en un Bicentenario donde el pueblo de Puerto Real no esté incluido o no hayan reservado para él el papel definitorio y fundamental que en aquel momento demostró y hoy por sobradas razones es justo reconocer. Mi pueblo debe ser la bandera del Bicentenario, nuestras fronteras, caducas hoy como límites y activas como símbolo de unidad, fueron en aquellas fechas la frontera, la barrera infranqueable desde donde se ganó el pulso a la opresión.
Puerto Real merece un puesto de honor en esta celebración y desde el Ayuntamiento exigiremos que así sea. No podemos contentarnos con las migajas que los anteriores responsables municipales pactaron. Hoy Puerto Real respira otro aire y desde el Ayuntamiento somos responsables a la hora de solicitar nuestra cuota de beneficio, promoción y respeto.
Sin duda, el papel organizativo que hasta la fecha ha jugado mi institución ha sido calamitoso, pero no por ello bajaremos los brazos. Las cosas no se han hecho bien y Puerto Real no se encuentra bien situado para recibir como se merece a los visitantes del Doce. Debemos impregnar de ilusión a los emprendedores locales, a los empresarios y por extensión a toda la ciudadanía. Nuestro carácter ribereño comenzó a forjarse tal y como lo conocemos hoy gracias al resultado de aquellas batallas de bombas antiguas e intentos de saqueo.
El puertorrealeño debe sentir como suya esta celebración y debe entender que participar de ella no es otra cosa que rememorar nuestro antepasado, celebrarlo y aplaudir nuestro presente. Puerto Real debe despertar del letargo de años pasados y sumarse al carro del progreso social y en el Doce tenemos una oportunidad magnífica para presentar nuestras credenciales a estos fines.
No me gustaría dejar pasar la oportunidad de invitar a todos los lectores de este periódico a nuestra tierra. Estoy segura que descubrirán un pueblo cargado de buenos sentimientos y donde sentirse forastero es una tarea de difícil imaginación. Ser puertorrealeño es sinónimo de ser hospitalario y en homenaje a aquel momento histórico y a todos nuestros antepasados que supieron dominar la ira francesa y luchar por la igualdad, nosotros nos convertiremos en cicerones de una historia grandiosa que respira orgullo por nuestras calles y nuestro mar.
En Puerto Real está la historia de 1812. El sufrimiento padecido hizo posible el nacimiento de la Pepa y gracias a este pueblo, España y parte de Latinoamérica respira en democracia. Hasta aquí habrá que venir para comprender la celebración y hasta aquí habrá que volver para descubrir los entresijos de una fecha talismán para todos los ciudadanos de la bahía gaditana.
Os espero en el Doce, y lo haré en Puerto Real. No tengáis ninguna duda en visitarnos y en sentiros partícipes de un lugar histórico donde libramos una batalla real contra las fuerzas antidemocráticas. Puerto Real puede presumir de ser un pueblo guerrero y su historia lo corrobora, pero no debemos dejar de lado un matiz importante, somos un pueblo guerrero que utiliza el coraje para salir de las adversidades y con conciencia colectiva asumir un rol social que sería imposible enarbolar con miedos y frustraciones. Puerto Real es una tierra única y ésta no es una frase hecha, se trata de la más constatable realidad.
Sed bienvenidos a la festividad de 1812 y sed bienvenidos a Puerto Real.