Círculo viciado
Solo una mejoría de la coyuntura europea e internacional podría animar la economía española y propiciar la generación de empleo
Actualizado:Los datos de la EPA correspondientes al tercer trimestre volvieron a situar a la sociedad española y a las instituciones ante la vertiente más inquietante de la crisis en nuestro país: la probabilidad de que, en lo que resta de 2001, el desempleo llegue a afectar a cinco millones de personas, por encima del 22%. Dicha encuesta no ofrece señal alguna que sirva para matizar la gravedad del problema. Más parados de larga duración, más familias con todos sus miembros en paro, y ningún sector de la actividad económica parece salvarse de la destrucción de empleo, incluidos los autónomos, a lo que se le une como signo más preocupante el empeoramiento interanual. La convicción de que en algún momento el declive de la ocupación laboral acabaría tocando suelo para recuperarse poco a poco ha estado presente en lo que va de año en las consideraciones del Gobierno y de numerosos analistas. Una perspectiva negada por tan aciago verano. El ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, explicó el sorprendente repunte del paro en el tercer trimestre como efecto de la consolidación fiscal. Lectura que contrasta con el hecho de que el empleo público no se ha resentido, mientras que los contratos se han perdido en las empresas privadas. Las sucesivas modificaciones en materia laboral se han mostrado insulsas frente al círculo viciado que describen el retraimiento financiero y el paro. Un círculo que con los datos de ayer se estrecha en torno a las perspectivas de la economía española de cara al cuarto trimestre hasta suscitar temores de una nueva recesión. El hecho de que la EPA haya visto la luz dos días después de que la situación de nuestra economía fuese puesta de nuevo bajo sospecha en torno a la cumbre europea convierte las medidas adoptadas en Bruselas en iniciativas cuando menos de incierta eficacia para nuestro país. El círculo viciado entre la crisis financiera y el desempleo, entre el retraimiento de la actividad y el del consumo, es de tal magnitud que no puede superarse mediante acciones voluntaristas. Las apelaciones a un 'gobierno fuerte' para después del 20N señalan una premisa política pero en ningún caso aportan la solución. Porque la situación invita a pensar que solo una mejoría palpable en la coyuntura europea e internacional podría brindar a la economía española la posibilidad de reactivarse y comenzar a generar empleo.