IMPOSTORES
Actualizado: GuardarEl diputado del PP, González Pons, es la réplica conservadora de la figura de Alfonso Guerra en la España izquierdista. Guerra es más ilustrado y Pons es una especie de gurú que se reviste de solemnidad y pretendida modestia en este país de misa de once y golpes de pecho. Su última frase sobre la crisis económica que no cesa en Andalucía, ni en todo el país, la tenemos registrada: «Se ha tocado fondo». Le encanta tales alardes dialécticos (¿) al diputado de la derecha, y cuando suelta una de sus diarias sentencias mira a su alrededor de abajo arriba para comprobar el efecto de su sentencia de turno. Es decir, vanidoso como un cantante de rock y encantado de escucharse. No tenemos noticias de cómo se acomodará con las señoras, pero debe de navegar con cierta soltura.
Ciertamente, ambas personalidades vacilan mucho ante las jóvenes promesas del periodismo patrio, especialmente Pons, que es capaz de embelesarse ante una veinteañera licenciada en Historia aspirante a escribir editoriales. Guerra está en otro espacio: en la poesía romántica del XIX español y en la revisión histórica de todas las pamplinas pretendidamente literarias de los devotos del franquismo que ya deben de estar levitando por los cielos.
Con todo, en estos tiempos hay más pamplinosos que nunca y más impostores en la primera década vivida del XXI que en toda la centuria anterior. Lo ternemos claro: la profesión en la que no hay parados en España es la de contertulio en la radio o en la televisión. Pons se apunta a un bautizo mientras Guerra se refugia en sus venerados poetas ya desaparecidos. Por cierto, Guerra suelta últimamente poca metralla, se ha dulcificado, mientras el tal González Pons sería un excelente contertulio en el llamado 'Telediario de Intereconomía', «donde cuecen las papas», como dijo en cierta ocasión don Alfredo Di Estéfano, llamado también 'la saeta rubia'.
Quizás fuera necesario más González Pons para desacralizar la derecha dubitativa y medrosa, mientras que la izquierda, con un Alfonso Guerra tiene bastante, en principio. Claro que la izquierda podría tirar, en un momento concreto, del alcalde de Marinaleda, Sánchez Gordillo. Por cierto, inquilino fijo de un escaño del Parlamento andaluz desde el propio nacimiento de la Institución.