«Cómo va a ser inmaduro que se disuelva ETA, lo de locos es matar»
Irene Villa afirma ante los jóvenes discapacitados del CRMF de La Isla que no hace falta «que me pidan perdón porque yo ya he perdonado»
SAN FERNANDO.Actualizado:Impresiona la naturalidad con la que habla de todo lo que ocurrió. La entereza con la que enseña las imágenes, los reportajes que la televisión hizo de su historia. La mayoría de los españoles la conocen. Esa niña de 12 años que por un atentado de la banda terrorista ETA se quedó sin piernas y perdió parte de sus manos y de la cara. Irene Villa acudió ayer al CRMF Imserso de San Fernando para contarla a los jóvenes discapacitados que allí buscan un futuro, pero para hacerlo desde el punto de vista de la superación, del optimismo, del amor a la vida y no al temor de su incapacidad. «Lo que no te mata te hace más fuerte y en nuestro caso literalmente. Hay que mirar a los ojos a la adversidad y decir que esto no podrá contigo y eso quiero transmitir. Porque vives una vida más intensa. Es triste que ten tenga que pasar algo tan negativo para darte cuenta del valor que tiene la vida y que hoy en día con las prisas nadie se para a pensar».
No le hace falta hablar para transmitir esa energía. Tiene un carisma especial y una actitud que contagia a cuantos la rodean, aunque solo sea un instante. Su voz tiene peso y más en estos días en los que se habla del anuncio de ETA de dejar las armas. «Es lo que llevo esperando desde hace 20 años y se ha cumplido mi deseo a medias porque no se disuelve. Ahora dicen que lo inmaduro es pedir que se disuelva y lo que yo pienso que es de locos es matar. Lo irracional es asesinar. Pero lo que más inmaduro me parece es que el que ha asesinado pretenda conseguir algunos de sus objetivos y eso sí qué es duro e irracional. Conozco a viudas de San Fernando, de Cádiz y de toda España que tampoco lo entienden porque si hay beneficios para ETA también la merecen entonces otros asesinos, porque en ETA hay asesinos». Por ello no faltará a la manifestación que este sábado habrá en Madrid en la plaza de la Repúblicana Dominicana donde mataron a 12 Guardias Civiles. Allí solicitará que no haya concesiones a la banda.
Ella se enteró del anuncio en Zaragoza mientras preparaba unas jornadas y por un mensaje de texto de su marido. «Fue un momento de euforia hasta que vi el comunicado y que pretenden seguir negociando con Francia y con España, cuando vi que no van a desistir... porque lo que muchos nos tememos es que si no consiguen nada volverán a las armas. Quiero pensar que esto no ocurrirá». Con tranquilidad, sin aspavientos ni variaciones estridentes en su tono de voz, Irene desbroza la actualidad de una forma asombrosa tocando cada tema con sinceridad a pesar de su dureza, como por ejemplo las reclamaciones de que la banda pida perdón. «Yo sí he perdonado porque quiero vivir y no sé puede hacer si piensa que hay alguien que te ha querido matar. La víctima puede perdonar pero ningún juez puede hacer lo mismo al que ha matado. A mí me da exactamente igual que me pidan perdón o no porque yo ya les he perdonado. No cambia nada que pidan perdón, lo que vale es que desaparezca y que se cumplan sus condenas. La duda queda de que no haya contrapartidas, yo me limito a pedir lo de siempre: memoria, dignidad y justicia».
El día que cambió su vida
El 17 de octubre de 1991 sufrió un grave atentado con coche bomba en la calle Camarena del madrileño distrito de Latina, al producirse el estallido de una bomba adosada al vehículo en el que viajaba, camino del colegio, con su madre. En dicho atentado, Irene perdió las piernas y tres dedos de una mano. Su madre perdió una pierna y un brazo. Mientras cuenta su historia todo el auditorio del CRMF permanece en silencio, atento, sobre todo por la claridad y la contundencia con la que lo relata, con la humanidad que desprende en cada palabra.
«Hasta ese día yo no escuché ni sabía nada de ETA y tras las otras bombas mi hermana mayor dijo que no quería ir al colegio. Yo le dije a mi madre que qué pasaba, si nos habían puesto una bomba a nosotros. Y ella contestó que no éramos tan importantes y que estuviera tranquila». Pero en su coche había una bomba lapa que explosionó quedando en el suelo sin piernas. «Los servicios médicos fueron a por mi madre porque pensaron que estaba muerta. Luego vino otra ambulancia y me llevó a otro hospital. Mi padre pidió que me dejaran morir por todas las heridas que tenía de gravedad, no tenía esperanza de que sobreviviera y cuando consiguieron estabilizarme fue para él una gran noticia. Mi madre preguntaba por mí en otro hospital pero nadie le dio noticias de mí y pensaba que estaba muerta».
En cada video, reportaje, foto que puso era algo increíble observar la alegría con la que tanto madre como hija se enfrentaron a la situación. Precisamente lo que ayer quiso mostrar a todos las personas que se reunieron en ese salón de actos del CRMF-Imserso, que vida detrás de la desgracia que las dos opciones que tenía era odiar a los que les hicieron esa barbaridad o intentar tirar para delante con la vida. Lo que decidió hacer. «Vi como otras personas con discapacidad podían lograr sus sueños, como podían andar solas a pesar de no tener piernas y como llegaban a competir y llevar su vida para delante y pensé que si ellos podían yo también».