Editorial

Exigencias a Italia

Berlusconi deberá acatar el 'ultimátum' franco-alemán para optar al fondo de ayuda

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El Banco Central Europeo (BCE) obligó a Italia en julio pasado a corregir al alza un insuficiente plan de ajuste y a primeros de agosto el Gobierno del primer ministro Silvio Berlusconi puso en marcha un teórico recorte que, según el ministro de Economía, Giulio Tremonti, había de ser de 20.000 millones en 2012 y de otros 25.000 en 2013 para conseguir el déficit cero un año antes de lo previsto. Se trataría pues de reducir el déficit público del 3,9% previsto en 2011 a un 1,6% en 2012 y llegar al equilibrio en 2013. El paquete de medidas anunciado fue espectacular, con recargos en el IRPF a las rentas más altas, recortes en las transferencias a la regiones, fusión de ayuntamientos pequeños, supresión de las provincias, privatizaciones e incluso una reforma de la Carta Magna para constitucionalizar la obligatoriedad del equilibrio presupuestario. Sin embargo, tres meses después, la mayor parte de aquellos buenos propósitos ha quedado en nada, en buena medida por la oposición a los recortes de los socios de la Liga Norte, cuyo apoyo es decisivo para la estabilidad gubernamental. Ello explica la presión que el directorio -Merkel y Sarkozy- ejerció el domingo sobre Berlusconi, en términos irrespetuosos que han desatado las iras de los italianos. El ultimátum a Italia vence mañana, cuando se reunirá de nuevo el Consejo Europeo para concluir la reunión que comenzó el pasado domingo y en el que se aprobará la reforma del fondo de estabilización (FEEF). La canciller alemana adelantó ayer que su dotación se aumentará hasta rondar el billón de euros. La Comisión Europea manifestó explícitamente a Berlusconi que considera «insuficiente» su reforma de las pensiones y que espera antes de mañana un plan global que incluya al menos recortes en materia de mercado laboral y de Justicia. Dichas medidas serían la contrapartida al refuerzo del citado fondo de rescate para países endeudados y que debería beneficiar sobre todo a Italia y a España. Una vez más queda, en fin, de manifiesto que la Europa del euro solo saldrá adelante si existe una intensa armonización fiscal, que de momento ha de imponerse así, mediante presiones arbitrarias y desordenadas, pero que más pronto que tarde habrá de resultar de una seria y profunda reforma federal de los Tratados.