Una chica se despide de su mascota antes de trasladarse a vivir a un campamento tras la catástrofe. A la izquierda, un perro muerto. :: AFP
Sociedad

Las mascotas de Fukushima

Siete meses después del terremoto de Japón, el Gobierno impide el rescate de animales en la zona de exclusión de la central

SHANGHAI. Actualizado: Guardar
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Siete meses después de la tragedia de Fukushima en Japón se siguen registrando víctimas mortales en la zona de exclusión de la central nuclear. Pero no fallecen por culpa de la radiación que impedirá durante décadas vivir en la zona. Mueren por inanición. Porque miles de animales que antes vivían con sus dueños han quedado abandonadas dentro del radio de exclusión de 20 kilómetros establecido en torno a la central, que mantiene en vilo al país desde que un terremoto y el posterior tsunami provocaron su colapso.

Como no son humanas, las últimas víctimas de Fukushima han quedado en el olvido. Las mascotas de quienes habitaron la zona sufren sus últimos días entre desesperados ladridos y maullidos de agonía.

Así lo atestiguan miembros de la ONG Save Animals, Love Animals (SALA), que llevan a cabo labores de rescate en la zona contaminada a pesar del riesgo que eso supone para su salud. Por si fuera poco, el Gobierno rechaza construir centros de acogida para los ejemplares que se recuperen con vida, aunque Koichiro Genba, anterior responsable de situaciones catastróficas y actual ministro de Asuntos Exteriores, ha tratado de ejercer presión para conseguirlo.

«Los animales han perdido súbitamente a sus dueños y, sin agua ni comida, les espera una muerte miserable», denuncia la organización en un comunicado en el que incluso asegura que se están dando casos de canibalismo entre las mascotas. Sin duda no invitan al optimismo las fotografías difundidas por la ONG, en las que animales de todo tipo aparecen muertos en posturas grotescas y siendo pasto de los insectos. «Esta es la imagen de Japón, un país que se considera civilizado», critica SALA, que pretende golpear la conciencia de la ciudadanía con estas impactantes instantáneas.

Pero el Gobierno de Japón no quiere poner en peligro más vidas humanas y ha decidido prohibir las labores de rescate que llevaban a cabo varias asociaciones bajo el auspicio de veterinarios. «Actualmente nadie está siendo arrestado. Se les deja marchar con una reprimenda y después de que firmen una carta de arrepentimiento. Pero pronto comenzarán las detenciones», vaticinan desde SALA, «porque cuando se comience la reubicación en la zona las actividades de rescate serán consideradas un delito».

Consciente de que la pérdida de las mascotas ha supuesto un duro golpe para sus dueños, una empresa japonesa de robótica, Daiwa House, ha decidido ceder algunos de sus Paro, focas de peluche 'terapéuticas', a los antiguos huéspedes de una residencia de ancianos ubicada en uno de los pueblos más afectados, Suisyoen. Las dos mascotas robóticas con las que comienza este programa han sido bien acogidas, y muchos las abrazan durante largos períodos para tratar de liberarse de las trágicas imágenes que será difícil borrar de la memoria. «Pero nada puede sustituir el cariño de mi perro», reconoce un anciano.