CUESTIÓN DE IMAGEN

E l día que el Barcelona le metió la manita al Real Madrid la temporada pasada en el Camp Nou a Piqué se le fue la manita. Bueno más que la manita se le fueron los deditos, ya que elevó los cinco al aire para celebrar con sus aficionados la victoria. El enemigo merengue lo interpretó como una falta de respeto, entendió que el central internacional azulgrana se había mofado de la terrible afrenta. La prensa 'mafional' aprovechó esa desafortunada acción para arremeter contra el supuesto señorío culé y recordó otras hazañas ocurridas en el indultado Camp Nou como la sucedida el día del Inter cuando se dispararon los aspersores mientras el entonces equipo dirigido por Mourinho celebraba el pase a la final en el césped.

El madridismo siempre ha presumido de imagen. A sus dirigentes, desde Santiago Bernabéu hasta Florentino Pérez, pasando por Luis de Carlos, Ramón Mendoza o Lorenzo Sanz, siempre les ha preocupado mucho cuidar la imagen de la laureada entidad que han presidido. En el caso de Lorenzo Sanz lo pongo un poco en duda. Y no porque me lo hayan contando los medios afines a la causa blaugrana, sino porque pude comprobarlo in situ cuando en el decisivo encuentro de la liguilla disputado por el Cádiz de Ramón Blanco sonó el himno blanco antes de que finalizara en partido.

Lo que es innegable es que de un tiempo a esta parte «de la glorias deportivas que campean por España» solo queda la letra. No tendría espacio en este artículo para contar los continuos desmanes protagonizados por el actual técnico luso. A esa lista se sumó el sábado el máximo goleador del pasado campeonato (me niego a llamarle por su nombre) con su 'rabonita' delante de Iriney y su posterior «qué pasa, que no te ha gustado». Con su actitud le dio la razón a Piqué. Y es que los grandes siempre se van reír de los que están por debajo. Por eso, el guapo, listo y rico se burló del Betis y el novio de Shakira se cachondeó del Madrid.