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El relato de la derrota de ETA

JOSÉ MARÍA CALLEJA
Actualizado:

El comunicado de la banda terrorista en el que anuncia que deja de asesinar cierra la serie de gestos que desde la declaración de tregua de enero pasado han puesto en escena el final del terrorismo.

ETA, que siempre estuvo fuera del tiempo, empieza a estar fuera del espacio. ETA, que empezó a asesinar hace 46 años para conseguir la independencia y crear un Estado socialista desgajado de España –con la suma de las tres provincias vascas, Navarra y el suroeste de Francia–, se encuentra que después de 849 asesinatos, de más de 3.000 heridos, 68 secuestrados y toneladas de sufrimiento y miedo, no ha conseguido ni uno solo de los objetivos por los que inauguró su sangrienta historia.

La foto de ETA es, por tanto, la foto de la derrota. Derrota conseguida gracias a la eficacia policial, que ha tenido consecuencias políticas; gracias a las iniciativas de los partidos democráticos, que han acabado con su impunidad ; a las acciones de algunos jueces y fiscales, a la heroica y durante años minoritaria movilización ciudadana, al desprestigio de la muerte, a los ciudadanos que tuvieron más dignidad que miedo. Todas esas medidas han terminado por debilitar a una banda que en los ochenta parecía invencible y mataba a razón de 90, 60, 40 personas por año. ETA empieza a interiorizar su derrota en marzo de 1992, cuando, gracias a la Guardia Civil, la Policía francesa detuvo a la cúpula de la banda criminal que pretendía derrotar al Estado. A partir de ese momento empieza la cuesta abajo de los criminales, que han visto como la Policía desmantelaba dirección tras dirección y, en los últimos años, les detenía justo antes de que cometieran sus crímenes.

El balance para ETA es desastroso, porque a todo lo dicho, a todo el dolor sembrado, suma el haber enviado a la cárcel a varias generaciones de vascos. Hoy más de 700 etarras están en prisión. Ante esto, los etarras se han afanado por retocar la foto y por intentar que la gente vea un empate y no una derrota. Ahí entra la foto de San Sebastián.

Llama la atención que el afán de la banda terrorista por maquillar su clamorosa derrota se acompañe de las alharacas de un sector de la derecha política y mediática, que parece empeñada en darle una victoria en la que ni la misma ETA cree. Algunos no pueden esconder la irritación que les produce que el final del terrorismo no se haya dado con ellos en el poder y olvidan que cuando gobernaron dijeron que la paz cabía en la Constitución, que la paz era lo más importante, que se sería generoso con los denominados integrantes del Movimiento vasco de liberación nacional...

Bien, ETA esta derrotada, la democracia española ha ganado y este es el relato que quedará de esta triste historia.