
Más de 200 feligreses salen ilesos de un derrumbe parcial en la Prioral
El techo de una nave lateral de la iglesia de San Sebastián cayó cuando se oficiaban tres misas de difuntos que congregaron a mucho público
Actualizado: GuardarEl susto fue de órdago. El techo de la iglesia Prioral de San Sebastián crujió ayer como si «un fuerte terremoto lo hubiera sacudido». El párroco José Carlos Mellado estaba leyendo las sagradas escrituras, pasadas las siete de la tarde, cuando el oficio religioso se interrumpió de forma abrupta: parte del techo de una nave lateral se venía abajo y el interior del edificio religioso se llenaba de polvo y restos de escombros pequeños. Unas 300 personas salían despavoridas, pero ilesas.
El accidente coincidió con un momento de máxima asistencia. Se estaban celebrando tres misas de difuntos que habían congregado a muchos feligreses. «La iglesia estaba como nunca. Es increíble que no haya pasado nada grave. Ha sido el susto de mi vida». Eran las primeras reacciones del párroco de la Prioral que atendía la llamada de este medio cuando ni siquiera había transcurrido una hora del accidente.
Un equipo de tres bomberos del parque de Tres Caminos acudieron al aviso aunque su intervención se limitó a verificar el estado de la zona del desplome y en precintarla para que sean ahora los técnicos y peritos los que evalúen los daños. Fuentes del Consorcio Provincial confirmaron que el derrumbe no tuvo graves consecuencias porque la parte del techo que se vino abajo cayó sobre una cámara, impidiendo que los restos terminaran directamente en el suelo, golpeando a las personas que estaban en ese momento en misa. Sin embargo, el ruido «terrible» y los restos de polvo y escayola que inundaron la iglesia fue suficiente para que los feligreses salieran corriendo hacia el exterior. «La gente buscó la salida más próxima. Incluso hubo quien corrió hacia el altar para buscar escapatoria por detrás», decía ayer el párroco antes de atender a los bomberos.
Varias ambulancias fueron enviadas a la calle Ancha pero no fue necesaria el traslado hospitalario de nadie. Tan solo se contabilizaron episodios de lipotimias y ataques de nervios que fueron atendidos a pie de calle.
El incidente rompió, eso sí, la tranquila tarde en el centro de Puerto Real. La calle Ancha se llenó de inmediato de curiosos y de vecinos que acudieron rápido a las proximidades de la iglesia al temer que algún familiar hubiera resultado herido.
Desde arriba, algunos fotógrafos tomaron imágenes del enorme socavón que se había abierto en el techo pero que, por suerte, no tuvo consecuencias graves.