CARTAS A LA DIRECTORA

La mala fe

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Cuando la mala fe escucha a la ignorancia da lugar a lamentables espectáculos. Cuando la prepotencia mediocre, no se para a considerar el mérito ajeno. Y, peor aún, cuando la ignorancia se doctora en maledicencia se siente dueña del mundo si no encuentra quién le pare los pies, por torpeza o cobardía o por dejadez, que es el gran pecado y tal vez causa de las crisis de valores de la que tanto hablamos y somos los únicos culpables.

¿Nos avergonzamos de ser católicos? Da esa impresión. Ser católico no es de este partido o de otro; es ser consecuente con la rectitud de conciencia, que se amolda a la Ley Natural, y así se es coherente con un cristianismo del que no hay que pavonearse, pero sí dejar el buen olor de ese paso por la tierra, sin revoluciones ni baño de multitudes, pero tampoco escondiendo la cara, y, en cambio, ponerla por la verdad y por mi Iglesia. No importan críticas, no importan cuando la intención solo ha sido dejar constancia de lo que es, y de lo que no es. Cuando la ceguera o la ignorancia, o la maldad; o las tres juntas, dejan de ver la 'productividad' de la Iglesia. ¿Qué habría hecho Nuestro Estado sin ella? Da una producción de más de dos euros por cada una que recibe. Qué ignorancia, qué ceguera y qué mala idea... Pues en esta estamos; y siempre lo mismo, al final los que están comiendo gratis, terminan persiguiéndola.

Hace días presencié una entrevista en la que una mujer, política ella, criticaba a Cáritas porque pedía al Estado una cantidad que este, cómo no, le adeudaba. La susodicha decía con sorna. Yo creía que Cáritas era un ONG... ¡Hay! Ignorantona y mala, ¿de qué puede vivir una asociación que dedica sus esfuerzos a solucionar problemas que los 'poderosos' se empeñan en pasar página? ¿Qué harían los pobres; enfermos , desheredados de la fortuna y marginados? ¿Vd. lo haría, señora mía, desde su poltrona de diputada?

Esta asociación, además de solucionar estos problemas, que por desgracia son de actualidad, rodea al menesteroso de un cariño del que la sociedad adolece. Y, es triste, que alguien emponzoñe al pueblo, para que muchas veces, este muerda la mano que le atendió y ayudó a levantarse. Y, el mundo seguirá rodando. Dando vueltas y a lo mismo. El triunfo, aparente, de la maldad. Vivimos poco tiempo, pero el suficiente para ver, como hemos dicho hasta la saciedad, que estas crisis mundiales, son crisis de valores.