Taller de reparaciones
Actualizado: GuardarLa clausura del pasado, sobre todo cuando es inmediato, ofrece dificultades no siempre salvables. Las víctimas de la llamada ‘rendición de Ayete’ se revelan y atestiguan con muertos. «No hay olvido», dijo Luis Cernuda, que comprendió el error de estar vivo, que implica siempre otros, pero a su juicio es el fundamental.
¿Cómo reparar las equivocaciones y mirar hacia adelante cuando atrás hay tantos cadáveres? Toda existencia humana deber ser una empresa de rectificación, pero lo único que puede corregir el pasado es el perdón, aunque, desdichadamente, los días de ayer sean irreparables. Los propósitos de enmienda no son retrospectivos aunque vayan acompañados de dolor de corazón. Quiero decir que entre los que bajaron la mano, cada uno con su piedra, cuando Jesús de Nazaret les exigió estar libres de pecado para arrojar la primera munición, el único que tenía derecho a desobedecer la orden contra la mujer adultera era el marido.
Es verdad que el final soñado de ETA nos sigue desvelando a todos. No se sabe si es ficticio o simplemente estratégico. Lo único que deseamos todos es que sea rápido. Cuanto antes mejor, a condición de que no sea una chapuza con rendimientos electorales.
Tampoco debe ser una renuncia a derrotar a quienes, tiempo atrás, se han llevado por delante tantas vidas. El complejo y ensangrentado asunto, según algunos, puede desembocar en una libertad vigilada para la terrible organización que nos ha traídos locos, acaso porque ya lo estaban sus gerentes. El nuestro es un país difícil, pero hay que preguntarse si hay alguno que no lo sea. Lo que nos hace desconfiar de la naturaleza humana no es leer Schopenhauer, sino oír el telediario. Necesitamos algunas reparaciones, pero los mecánicos no se ponen de acuerdo sobre las piezas que hay que renovar. Algunas no están en el mercado.