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El nuevo presidente confiesa: «Esto se ha convertido en un patio de colegio»

P. SOLÍS
CÁDIZ.Actualizado:

Han cambiado las tornas. Los que eran oposición, presiden. Y viceversa. Pero los modos mantienen la preocupante tendencia al deterioro. La crispación como forma de incomunicación volvió a ser la norma en la sesión de ayer. El comportamiento de algunos de los diputados durante la sesión dijo muy poco acerca de su interés por debatir, modificar o aplicar iniciativas en favor de la provincia. Llegaron a confesar su bochorno ante la actitud de muchos compañeros. Aunque todos vieron la paja en el ojo ajeno, los imaginarios moratones afectaron a todos los partidos.

La diputada socialista y alcaldesa de Sanlúcar, Irene García, fue la primera en señalar determinados gestos de la popular Mercedes Colombo, a quien acusó de «insultar a los diputados socialistas y ridiculizarles por haber perdido las elecciones». El presidente de la Corporación medió: «Decir que han perdido las elecciones no es un insulto, es un hecho objetivo». Federico Pérez Peralta fue el siguiente en quejarse. Aseguró que el popular Ignacio Romaní era incapaz de respetar con silencio el turno de palabra de los demás. Mientras los reproches se volvían gritos, José Loaiza trataba en vano de poner orden, el expresidente González Cabaña suplantaba a su sucesor a la hora de intentar controlar la sesión.

El alcalde isleño salió al final en defensa de sus compañeros de partido aunque reconoció que el salón de plenos «se ha convertido en un patio de colegio donde todos hablan a la vez». Los que no participaron en el tumulto, apenas soltaron el móvil en toda la sesión.