Preparando el 21-N
Actualizado: GuardarEl PSOE empieza a cambiar de escenario para su batalla particular. Ya no compiten por las elecciones del 20-N, sino por el día después, por la catarsis del drama, la gestión del malestar. Cada maniobra mira ya al 21-N, tras la resaca de esa mala noche, y al congreso acelerado para determinar quién y cómo va a pilotar el fracaso para la reconstrucción del futuro. Los sondeos son demoledores, como los partes de guerra en el búnker de ‘El Hundimiento’, y los llamamientos de oficio de Rubalcaba para una movilización final, para remontar el fatalismo demoscópico, ya tienen la gestualidad agónica de Bruno Ganz ante la realidad. Aceptar un solo debate, la mejor baza del candidato socialista aunque solo para jugarse algún escaño, refleja algo de esa resignación. Y en esa clave se entiende la maniobra del Partido Socialista asistiendo a la tramposa ‘conferencia de paz’ en el País Vasco. Es un gesto hecho no en clave de presente sino bajo la premisa de Rajoy ya en la Moncloa. Con estas elecciones perdidas, el PSOE explora un espacio líquido con margen de maniobra sobre la hipótesis de que la inflexibilidad del PP de estos años les hará prisioneros de un discurso demasiado dogmático. Eso les ha animado a estar ahí, en esa peligrosa mascarada propagandística donde ETA deja de ser el conflicto para convertirse a parte de un conflicto.
El PSOE parece estar ya descontando a Rubalcaba, tras cargar con el reto imposible del 20-N, asumiendo su sacrificio ritual con la derrota. Perdido el centro de las grandes mayorías, sostienen una estrategia defensiva con el electorado más militante, con guiños a las zonas mixtas de IU y al 15M, como el marcaje a la Iglesia, la dación en pago por las hipotecas o castigar a las empresas sin mujeres en sus consejos, una medida muy alejada del reto apremiante de crear empleo. No son mensajes para ganar, sino para no perder, para tratar de no salir desahuciados sino derrotados a los puntos y preparar la gestión del futuro desde el día después. Y el destino de ETA será una pieza medular. Y tanto más si el próximo líder socialista se va a dirimir entre Patxi López y Carme Chacón, pertenecientes a las familias socialistas de los territorios donde el nacionalismo ha llevado a la izquierda a tender puentes ideológicos para ocupar clientelas comunes. En la agenda de uno y otro, la estrategia vasca estará en la nuez, confiando en que la mayoría absoluta del Partido Popular se convierta, cuando Rajoy ya no pueda mantener la táctica del avestruz, en un rodillo inflexible que beneficie sus intereses. Ese es el contexto en el que los socialistas buscan un espacio. No están preparando el 20N contra el PP, sino el 21N contra sí mismo, que ya es su verdadera guerra.