Vettel nunca descansa
Alonso sufrió para ser quinto, su sitio natural esta temporada, y Alguersuari firmó un notable séptimo puesto en Australia El piloto alemán logra su décimo triunfo y otorga el Mundial de constructores a Red Bull
Actualizado:El Mundial de Fórmula 1 ha entrado en fase de rigidez muscular, pero Sebastian Vettel se resiste a descansar. El estado catatónico de la competición, en la que ya solo quedan en juego asuntos particulares, económicos y parciales, permitió, sin embargo, una carrera reñida y sin contemplaciones en Corea del Sur. Bastante divertida , siempre a espaldas del intratable Vettel. Una prueba B realmente, porque todos los pilotos que pelearon, cambiaron ruedas y apretaron botones, lo hicieron desde el segundo plano. La victoria estaba asignada al alemán desde que taladró a Hamilton en la salida. Su décimo salmón regaló otro trofeo a Red Bull, el Mundial de constructores. Fernando Alonso continúa en proceso de tránsito hacia 2012, su verdadera preocupación, y acabó quinto. Jaime Alguersuari cuidó su volante en Toro Rosso con un ardoroso espíritu de ataque. Finalizó séptimo, detrás del escalafón dominante. Una notable actuación en tiempos de rumores que afectan al incierto futuro.
Vive Fernando Alonso con un ojo en la pista y el otro en la factoría de Maranello, salida Módena sur y estrecha carretera entre viñedos hacia el corazón de Ferrari. Allí se gestiona su futuro y el de la escudería más emblemática de la Fórmula 1. De esa factoría debe salir el coche transgresor, el que trace nuevos aires aerodinámicos e impulse a Ferrari hacia la posición que ha perdido este curso.
Está pendiente de cada dato que aporta el monoplaza que ahora conduce respecto a los dos problemas que se ha encontrado su equipo en este tramo: la eficacia aerodinámica y el comportamiento de los neumáticos según las variables de cada pista.
Alonso no ha dimitido en la pista, donde sigue mostrando una vena competitiva que igual exhibiría si condujese un carromato, pero sí lo ha hecho en sus declaraciones. El asturiano sabe guardar secretos, expresar verdades a medias debidamente calculadas y manejarse con facilidad en el arte del nada por aquí nada por allá... Pero no controla, nunca lo ha hecho, las emociones en caliente.
«No se puede esperar mucho más de nosotros este año -dijo al terminar la carrera de ayer-. Si pudiésemos conseguir una décima de información para 2012 y terminar quintos el Mundial, lo firmaba ahora mismo». Y añadió: «Vamos a trabajar en cosas que nos harán falta el año que viene. Piezas experimentales que podemos introducir en el coche y también la manera de afrontar los fines de semana». El foco, en otro lugar, en el trabajo sordo e invisible de Maranello. Toda la mensajería anterior, la propaganda de la Fórmula 1, el estudiado discurso de la pugna por el subcampeonato, el título de constructores, los rescoldos que va dejando Vettel a su paso, etc... lo cambiaría sin dudar por unas décimas de segundo para el año que viene.
Con catalejo
Fernando Alonso divisó a Vettel con catalejo en Yeongam, lo mismo que Hamilton, Webber, Massa y Rosberg, protagonistas de una fantástica batalla a calzón quitado. Cien minutos de potable Fórmula 1, de adelantamientos y saltos madrugadores en el sofá.
Se anunciaban tres, cuatro y hasta cinco paradas por el desconocimiento en la degradación de los neumáticos y a la hora de la verdad, todo se resolvió en dos pasos por los garajes, de los blandos a los superblandos y vuelta a empezar. Fue hermoso el revuelo en la pista sin nada en juego, solo el orgullo.
Estas carreras separan la paja del grano en lo que concierne a la verdadera afición a este deporte en España. Sin Fernando Alonso al frente de un país sobre ruedas, la gente ya no se levanta con el mismo vigor de la cama y gran parte de la parroquia ni siquiera pone el despertador en espera de la repetición a la hora de la comida.
La carrera en el recóndito pareje de Corea del Sur fue magnífica, con esa refriega permanente por delante y con Jaime Alguersuari sellando una convincente faena. Pero no pasará a la memoria colectiva. Un importante sector del gran público que se acercó en su día a la F-1 por la curiosidad de un deporte en zona de conquista ha relegado ahora la pasión. Alonso tiene la cabeza en 2012.
No es posible otro planteamiento porque el gobierno de Red Bull se torna insultante a estas alturas de la película. Más que dominar, avasalla. Una tiranía. En el último tercio de la carrera, con una contienda encarnizada en todos los flancos de la pista, con Hamilton y Webber sacándose las muelas, Alonso arrimándose a Button y Alguersuari tanteando la espalda de Rosberg, salió una indicación demoledora desde el garaje de Red Bull hacia el auricular de Vettel. «No vayas tan rápido. No hace falta». Sentencia inapelable.