Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Deportes/Motor

El chico de la sonrisa de ángel y la mirada de hielo

Nueve victorias, once 'poles' y el segundo título de MotoGP evidencian que es el mejor piloto del momento Stoner emigró a Europa con su familia para cumplir el sueño de ser campeón

IBAI FERRÁN
Actualizado:

Su aspecto no es precisamente el de un tipo duro: cara de buen chico, con el pelo rubio, los ojos azules, la sonrisa amplia y tez pálida; y físico de apariencia endeble (mide 1.71m y está muy delgado, solo pesa 58 kilos). Pero bajo esa coraza afable, Casey Stoner (Southport, 16 de cctubre de 1985) esconde el carácter duro de quienes han dejado su hogar para perseguir un sueño, y no han parado hasta conseguirlo. La del ya bicampeón del mundo de MotoGP es una vida dedicada por completo a las carreras... hasta el punto de la obsesión. Su familia emigró a Europa para que Casey pudiera progresar, cuando Australia se le quedó pequeña.

Stoner empezó de muy chico, en el dirt-track. Con cuatro años corrió su primera carrera, y con seis ya era campeón de Australia de su categoría. Hasta los 14, ganó 41 títulos australianos de dirt-track de todas las categorías, competía en varias a la vez, y llegó a ganar 32 carreras en un mismo fin de semana. en que participó en 35. Pero, después de los ovales de arena fina, en su país no había nuevos retos motociclistas que afrontar, así que la familia entera, papá Colin, mamá Bronwyn y su hermana, Kelly, cruzaron medio mundo y de fueron a Inglaterra para que Casey continuara corriendo, esta vez en circuitos de velocidad.

Los resultados llegaron enseguida con el Campeonato Aprilia de 125cc, y al año siguiente probó suerte en el Campeonato de España, sin dejar de correr también en Gran Bretaña. El dinero no alcanzaba, y Alberto Puig le apadrinó. Dejó que los Stoner vivieran un año en el jardín de sus padres en Cardedéu, donde aparcaron su caravana, y metió a Casey en el equipo MoviStar del CEV. De aquella época, Stoner conserva su número 27 (Pedrosa era el 26). «Es mi conexión y mi muestra de agradecimiento a Puig», confiesa.

La filosofía del todo o nada

El joven Casey fue subcampeón de España y debutó en el Mundial con 15 años, como 'wild card'. Su forma de entender las carreras es ahora la misma que cuando era niño: solo le vale ganar. Una determinación que le ha llevado al éxito, pero que también le valió el despectivo apodo de 'rolling stoner', por sus caídas, en sus primeros años en el Mundial. Fiel a la escuela australiana de tipos duros como Gardner o Doohan, el pilotaje de Stoner es talento puro: no es un estratega, cuida la preparación física menos que sus rivales... pero tiene un tacto increíble con el puño del gas, y una determinación a toda prueba.

Llegó a MotoGP en 2006, tras ser subcampeón de 250cc el año anterior, y en 2007 sorprendió a todo el mundo ganando el título en su primer año como piloto oficial Ducati. Muchos atribuyeron el éxito a los neumáticos Bridgestone, e incluso corrió la leyenda de que el secreto del australiano residía en una confianza ciega en un control de tracción revolucionario, que lo hacía casi todo de forma automática. Paradójicamente, años más tarde se ha sabido que Stoner apenas usa control de tracción, y lo que tiene es una sensibilidad extrema con el gas.

Su fichaje por HRC ha disipado todas las dudas: Casey ha arrasado desde el primer entrenamiento con la Honda, a la vez que Valentino Rossi ha naufragado con una Ducati que él hacía ganar. Nueve victorias, once 'poles' y el segundo título de MotoGP evidencian que se trata del mejor piloto del momento. Stoner disfruta de su mejor momento en las carreras, aunque huye de la popularidad, y en realidad no le gusta nada todo el 'show business' que rodea las carreras (publicidad, prensa, etc).

Correcto y educado, no suele alzar la voz y le gusta pasar desapercibido, pero se expresa con vehemencia cuando algo no le gusta. El mismísimo Valentino Rossi ha sido víctima en más de una ocasión de sus dardos verbales. Es un tipo huraño, le encanta salir a cazar solo por las montañas con un arco, y refugiarse en su familia. Ahora tiene más motivos que nunca, pues su mujer Adriana, con quien se casó a los 20 años (ella tenía 18) espera para febrero su primer hijo.