Barcelona celebra sus bodas de plata como sede olímpica
La ciudad conmemora los 25 años del “A la ville de Barcelone”
BARCELONAActualizado:Hace 25 años, a las 13.32 horas de una tarde de otoño en Lausana, el entonces presidente de Comité Olímpico Internacional (COI), el catalán Juan Antonio Samaranch, pronunció la frase que más hondo ha calado nunca en los barceloneses: “A la ville de Barcelone”. Con su elección como sede de unos Juegos, la capital catalana, y por extensión toda España, entraba de lleno en la modernidad. Comenzaba el sueño para una ciudad que sufrió, y nunca mejor dicho, un antes y un después gracias a ese acontecimiento.
Algunos de los 'culpables' de que Barcelona viviera su sueño olímpico se reunieron este lunes en el Museo Olímpico de la capital catalana, donde homenajearon a Pasqual Maragall, alcalde en el 92, y recordaron la figura de Juan Antonio Samaranch, máximo dirigente del deporte mundial durante dos décadas, principal artífice de que los JJ OO se celebrasen en su casa y fallecido en 2010. “Sí, es emotivo, aunque pienso que en el fondo el homenaje es para Samaranch, porque creo que consiguió unos Juegos que difícilmente podíamos tener”, dijo este lunes Maragall. “Samaranch pronunció una frase histórica, que ha quedado en la memoria colectiva de los barceloneses”, recordó Xavier Trias, actual alcalde de Barcelona. “Nunca cinco palabras -añadió- significaron tanto". “La ciudad estuvo a la altura y organizó los mejores Juegos de la historia”, resaltó el alcalde.
Y es que no es para menos. Los Juegos de Cobi y del arquero Antonio Rebollo, el que con su flecha prendió la llama en el pebetero del estadio mientras a los 48 millones de españoles se les hacía un nudo en la garganta, fueron los Juegos de Michael Jordan y su mítico ‘Dream Team’, los Juegos de Carl Lewis, Linford Christie y Javier Sotomayor, de Alexander Popov, el hombre que nadó como nadie los 100 libres, de Kristina Egerszegi, de Óscar de la Hoya, que luego se hizo profesional, o de Vitaly Scherbo, el gimnasta perfecto de las anillas. Y sobre todo fueron los Juegos de la irrupción del deporte español en la élite mundial. España acabó sexta en el medallero (solo por detrás del equipo Unificado -que aglutinaba la desmembración de la URSS-, USA, Alemania, China y Cuba), con 13 oros, siete platas y dos bronces, un éxito sin precedentes. Fermín Cacho, José Manuel Moreno, Martín López Zubero, Theresa Zabell, Miriam Blasco, Dani Plaza, el equipo de hockey hierba femenino o el de fútbol masculino, entre otros, escribieron algunas de las páginas más memorables del deporte español en toda su historia.
Tanto que desde aquellos Juegos Olímpicos, España dejó de ser mera comparsa en el concierto internacional, para pasar a ser un actor protagonista. Barcelona sentó las bases del deporte español actual, sustentado en el Plan ADO y en la construcción de instalaciones por todo el país, algo nunca imaginado hasta 1992.
El Estadio Olímpico languidece
Pero si Barcelona’92 dejó huella en el deporte español, de la misma forma lo hizo para la propia ciudad catalana. Desde entonces disfruta de algunas de las mejores instalaciones deportivas, que le han permitido acoger acontecimientos internacionales como Mundiales de natación, Europeos de atletismo o el Campeonato del Mundo de balonmano del año próximo. Entre el legado deportivo que dejó la Olimpiada destacan el Estadio Olímpico, el Palau Sant Jordi o las piscinas Picornell. El primero, sin embargo, languidece, desde su posición privilegiada en la montaña mágica de Montjuïc. Desde que el Espanyol se mudó a Cornellà a jugar sus partidos, el año pasado, el ayuntamiento se estruja el cerebro para buscarle actividades.
Pero al margen de las extradeportivas (como grandes conciertos de rock), las funciones del emblema olímpico se limitan a acoger algún gran acontecimiento atlético de forma esporádica, por lo que su día a día es muy triste y costoso. Eso sí, miles de turistas se acercan todos los días a ver el tartán donde Cacho se ganó un lugar en el Olimpo. Al Palau Sant Jordi le pasa tres cuartas partes de lo mismo, aunque da bastante más juego. El Barça no se atreve a disputar allí sus partidos de ACB, pero entre la ‘Final Four’, el Mundial de Natación, el de balonmano, los espectáculos de trial ‘indoor’ y los conciertos, va teniendo una programación más o menos estable. Eso sí, nada fija.
Nada que ver con la Villa Olímpica, que alojó a unos 15.000 deportistas, situada por entonces en una zona degradada de la ciudad y que con los años se ha convertido en todo lo contrario: hoteles de lujo, población adinerada y áreas de esparcimiento playero para la ciudadanía.
En plena crisis y ante la falta de inversiones, Barcelona vive estos días con una cierta morriña la época del 92, aunque trata de motivarse para volver a engancharse al espíritu olímpico con la organización de unos Juegos, en este caso los de invierno de 2022, compartiendo candidatura con las localidades pirenaicas de Cataluña. Ese será otro sueño.