VETTEL Y ALONSO
Actualizado: GuardarDejemos que toda la parafernalia mediática ensalce hasta el infinito la figura de Sebastian Vettel y que estos últimos cuatro grandes premios sirvan para ver alguna carrera divertida antes de que depositemos nuestras ilusiones en la temporada 2012. Hasta entonces, arreciarán los elogios en torno a un nuevo bicampeón al que muchos ya sitúan en la orbe de Schumacher. Prefiero esperar hasta que Ferrari y McLaren se pongan las pilas y sean capaces de dibujar un monoplaza a la altura del invencible Red Bull, antes que hacer un juicio de valor. Adrian Newey ha podido diseñar el mejor bólido en la historia de la Fórmula 1 y si a esto añadimos las innegables virtudes de Vettel (solo hace falta comparar sus registros con los de su compañero Webber), podremos aceptar que la corona de este año no tiene discusión alguna. Pero hay ciertos detalles que dejan en el aire algunos interrogantes que solo el tiempo se encargará de ir resolviendo. Lo que ni el más necio duda es que el primer título del germano fue más un regalo de Ferrari que una recompensa a la admirable labor de la escudería de la bebida energética. Lo ocurrido este año no ofrece argumentos para la discusión y solo hace falta mirar las puntuaciones para percatarse de que hemos vuelto a esos tiempos en los que 'Schumi' le daba una soberana paliza al resto de miembros de la parrilla. Por otro lado, se cumple ahora un lustro de la última gran celebración de Fernando Alonso. Desde entonces, sus críticos han crecido como la espuma. El perfil es bastante claro; o bien es un periodista inglés, que detesta cualquier hazaña del asturiano, o un soplagaitas español miembro de algún foro en el que los insultos son la tapadera de la absoluta ignorancia. Detesto a estos personajes porque, ni por asomo, tienen la más remota idea de la genialidad que encierra el pilotaje del que va a ser el próximo tricampeón del mundo.