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Opinion

La hambruna comienza en la Bolsa de Chicago

El precio de los alimentos ya no es el resultado de la compraventa de los productos sino de la especulación. El hambre de millones de personas depende de ello

MERCEDES RIVAS
PERIODISTA Y ESCRITORAActualizado:

Los alimentos son un bien básico, controlados por unas pocas empresas que determinan su valor. Si a ello le añadimos que el precio de éstos se decide mayoritariamente en la Bolsa de Chicago o en el caso de Europa en las Bolsas «de futuro» de Londres, Fráncfort o Ámsterdam, podemos afirmar que los ciudadanos hemos perdido la soberanía alimentaria. Desde las citadas ciudades se decide el precio del pan en Somalia, el de la harina de Yemen o el del maíz de México.

Tras la crisis inmobiliaria en Estados Unidos muchas compañías desviaron sus inversiones hacia el mundo de la alimentación: cereales o semillas. En 2007 había en torno a 150 fondos de inversión que se dedicaban al tema, ahora se habla de 6 mil. Si de la noche a la mañana subiese un 100% el precio del arroz, quizás en algunos países del primer mundo se seguiría comprando. Pero ¿que ocurre con los ciudadanos del tercer mundo que tienen que dedicar el 80% de su sueldo para la alimentación? Simplemente lo tendría que dejar de comprar. Pues eso es lo que está ocurriendo.

La Organización de Naciones Unidas para la alimentación, FAO, afirma que en el mundo se producen alimentos para 12.000 millones de personas mientras que en este mundo habitamos unos 7.000. Por lo que ante estas cifras nos deberíamos preguntar ¿por qué hay hambruna en el Cuerno de África?

«Vivimos en un orden mundial que causa vergüenza no solo en los países de sus víctimas, sino también entre nosotros, los países occidentales, que somos cómplices de esa hecatombe, conscientes, informados y sin embargo silenciosos, cobardes y paralizados». Estas enérgicas palabras pertenecen a Jean Ziegler, sociólogo y ponente especial de Naciones Unidas para el derecho a la alimentación.

En estos momentos el precio de los alimentos no es el resultado de la compraventa de los productos sino de la especulación. Existen estudios que contabilizan el incremento de fondos de inversión alimentarios de 13.000 dólares a 260.000 de 2003 a 2008. Estos aumentos de precios que se determinan en el parqué de Chicago o de algunas ciudades europeas se hacen a través de lo que se denomina «contratos de futuro». Especulan con la subida y bajada de su precio, se venden y compran bastantes veces. El negocio está en la especulación.

El hambre en el mundo de millones y millones de personas se organiza en la 'Windy City' (Ciudad del Viento) así como los millonarios beneficios de unos pocos. Y así vemos cómo el mito de la fatalidad de muchos países es eso, un simple mito ya que las causas del hambre no dependen básicamente de sequías, vientos o inundaciones, sino de razones económicas. Pero casi nadie habla de las bolsas. Incluso el presidente de Baywa, la mayor empresa europea del sector, cree que los especuladores influyen en un 70% en el precio de los alimentos.

Tampoco se cita a empresas como Dupont, Cargill o Syngenta que anunciaron públicamente millonarios beneficios durante de 2010 por la comercialización del grano. Junto a estas empresas encontramos bancos como el Bank of America, JP Morgan o Goldman Sachs. Este último ganó más de 5.000 millones, en 2009, especulando en materias primas, según datos de la publicación alemana 'Der Spiegel'. En este mercado bursátil también encontramos a varias entidades españolas.

En un informe recientemente publicado por la organización británica World Development Movement se puede leer que «durante los últimos cinco años, tanto el índice combinado de precios de alimentos que publica la FAO como el volumen total de operaciones especulativas en este sector se han multiplicado casi por dos».

La citada organización es de las pocas que trabaja activamente denunciando estas prácticas. De hecho han conseguido que 58 diputados británicos hayan firmado una moción de apoyo a una regulación de estos fondos de inversión y desde su página web siguen movilizando a la población.

Pero desgraciadamente mientras estas especulaciones vergonzosas se llevan a cabo día a día, millones de personas tienen que restringir su compra de alimentos y otros muchos mueren directamente.