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Un conservador 'thatcherista' y euroescéptico

Disputó el liderazgo de los 'tories' a Cameron tras su rápido ascenso en el Gobierno de John Major

R. C.
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Antes de asumir la cartera de Defensa, el 'tory' Liam Fox disputó el liderazgo del partido a David Cameron y a otros pesos pesados del conservadurismo británico. Aunque Michael Howard, el cabecilla gris e infausto que hizo aguas frente a Tony Blair, respaldó al actual primer ministro, el núcleo thatcherista de la formación se decantó por Fox -incluido William Hague, que también dirigió el partido y hoy es titular de Exteriores-.

La relación entre el político dimisionario y su amigo Adam Werritty, tildada de homoerótica por su formidable cercanía, ha dado la puntilla a la carrera ministerial de este conservador de raza, admirador de Margaret Thatcher y euroescéptico a fuerza de proamericano -cultivaba unas relaciones exquisitas con el Pentágono-.

Natural de Escocia, Fox estuvo en organizaciones juveniles conservadoras al tiempo que estudiaba la carrera de Medicina en la Universidad de Glasgow. De aquellos años adolescentes ha trascendido su espaldarazo a la decisión homófoba de un sindicato estudiantil que rechazó la membresía de gays y lesbianas.

Fox, de 50 años, ejerció durante algún tiempo de médico de familia hasta entregarse de lleno a la política en 1992, cuando fue elegido diputado de la Cámara de los Comunes en 1992 por la circunscripción Woodspring. Ayer, en su carta de dimisión, anunció que seguirá al frente del escaño de este distrito del sur de Inglaterra.

Su ascenso en la Administración fue fulgurante, primero en las bancadas conservadoras y después en el Foreign Office del Gobierno conservador de John Major, donde ganó muchos enteros como muñidor del alto el fuego de 1996 en Sri Lanka.

Tras la llegada de Tony Blair a Downing Street en 1997, Fox se erigió en albacea del tradicionalismo -la 'dama de hierro' se fotografió a su lado y lo colmó de alabanzas- y esperó su oportunidad para tomar las riendas el partido. La disputa con Cameron dañó su relación, siempre vista como tensa, pero así y todo el primer ministro no dudó en designarlo jefe de uno de los ejércitos más activos del mundo.

Al frente de Defensa, Fox ha defendido febrilmente la «relación especial» con Estados Unidos y ha rechazado con el mismo brío los recortes presupuestarios que afectaban a su ministerio -consiguió que fueran menores que los de otras áreas-.