Representación de Erik el 'Rojo' en un texto de 1688,. / Archivo
la otra historia

Colón, el último descubridor de América

El ‘nuevo mundo’ fue visitado por vikingos, templarios y chinos antes de la llegada del almirante genovés

MADRID Actualizado: Guardar
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“¡Tierra a la vista!”. El grito de Rodrigo de Triana desde la carabela ‘La Pinta’ pasada la medianoche del 12 de octubre de 1492 cambió la Historia. La expedición capitaneada por el enigmático Cristóbal Colón había descubierto América. El primer contacto entre los exploradores españoles y los nativos fue pacífico. Sin embargo, más allá de lo exótico del nuevo mundo, del contraste de una civilización tan diferente a la occidental y del favorable intercambio comercial, los españoles se toparon con unas leyendas sorprendentes: “Llegará un día en el que vendrán por mar grandes hombres, vestidos de metal, que cambiarán nuestras vidas para bien”. La extrañeza fue aún mayor cuando algunos indios parecían conocer la cruz cristiana ¿Qué significaba eso? ¿Se había adelantado alguna otra expedición?

Cinco siglos antes de la llega de Colón, los vikingos desembarcaron en América. No es una teoría. Hay pruebas arqueológicas que lo demuestran. La historia comienza con Erik el 'Rojo'. Este vikingo noruego, condenado al exilio por una vida bastante pendenciera, decidió navegar más allá de Islandia, tierra de la que también fue expulsado. En el año 982, la fortuna le sonrió al conducirle a un lugar ignoto. Una inmensa isla helada a la que llamó Groenlandia, que significa ‘tierra verde’. El nombre no tiene mucho parecido con un lugar gélido e inhóspito, cuyo paisaje está en su mayor parte cubierto por la nieve.

Sin embargo, la astucia de Erik sirvió para animar a sus compatriotas a embarcarse en la colonización. Fueron bastantes los que partieron hacía esa nueva y prometedora isla. En el año 985 fundaron los primeros asentamientos. Unos pueblos que llegaron a contar con 3.000 habitantes a pesar de vivir en unas condiciones tan adversas. Erik pudo contemplar, antes de morir víctima de una pandemia, cómo su ‘tierra verde’ se expandía.

Pero la saga familiar exploradora no se detendría y continuaría con su hijo Leif Eriksson, que se atrevió a navegar más al oeste que su padre. Alrededor del año 1.000 sus barcos divisaron una tierra a la que bautizaron ‘Vinland’, en la actual Terranova (Canadá). ¡América era descubierta casi cinco siglos antes que Colón! Lejos de conformarse con este hallazgo, las huestes vikingas de Leif levantaron hasta tres poblados, siendo el más importante Leifsbúöir. Sin embargo, fueron hostigados por los nativos y acabaron abandonando el lugar. En 1960 el investigador Helge Ingstad convirtió los viajes recogidos en los textos nórdicos en realidad al descubrir los restos del primer asentamiento europeo en el ‘nuevo mundo’, en la canadiense L'Anse aux Meadows. El lugar fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1978.

La ruta templaria

Pero los vikingos no fueron los únicos en llegar a América antes que Cristóbal Colón. Existen indicios para creer que los templarios estuvieron en el continente. De hecho, algunos investigadores sostienen que el Almirante de la Mar Océana siguió la ruta marítima ya trazada por los monjes-guerreros para llegar a América.

A finales del siglo XIII el Temple era la Orden religiosa más poderosa de Europa. Sus ingentes posesiones se extendían por toda la cristiandad. Su eficiencia económica y administrativa les aseguró grandes beneficios. Eran acreedores de reyes y nobles, lo que a la postre aceleraría su final. ¿De dónde lograban tanta riqueza? Los intercambios comerciales eran abundantes y prioritarios para ellos. Es bien sabido que las minas de oro y plata europeas estaban agotadas en el Medievo. Y que América rebosaba en metales preciosos. Según algunos investigadores, el temple extraía parte de sus riquezas del suelo americano. Se han encontrado varios grabados en sociedades precolombinas con símbolos templarios.

El fin primigenio de la orden era la protección de Tierra Santa. Sin embargo, el principal puerto templario no se encontraba en el Mediterráneo, sino en la localidad francesa de La Rochelle, en la costa atlántica. Cuando la Orden fue prohibida en 1307, la flota de La Rochelle escapó con destino desconocido. Aunque muchos templarios se refugiaron en Escocia, no se puede descartar que usaran la ruta con América para huir.

Pero América no sólo fue visitada por europeos. También China surcó los mares con grandes expediciones. Según el investigador Gavin Manzie, el navegante Zheng He llegó a las costas de Estados Unidos en el año 1421. Incluso habría confeccionado un mapa detallado del continente. Sin embargo, a su regreso, el emperador decidió destruir todas las pruebas por superstición. Siete décadas después, ‘La Pinta’, ‘La Niña’ y la ‘Santa María’ fondeaban en las costas americanas. Puede que Colón fuera el último en llegar, pero fue el primero en darlo a conocer al mundo. Por eso, su nombre nunca desaparecerá de los libros de Historia y el 12 de octubre se seguirá celebrando el (re)descubrimiento de América.