Sin locomotora
El frenazo económico alemán no solo frustra la expectativa de crecimiento europea sino que amenaza con la recesión
Actualizado:Las previsiones que ayer anunciaron un retraimiento acusado de la economía alemana, como efecto de la crisis de deuda que padece Europa y de sus consecuencias respecto a la solvencia bancaria, se han convertido en fuente de inquietud para los demás socios de la Unión. Las esperanzas que suscitó el vaticinio de que Alemania crecería un 3,6% el presente ejercicio han decaído al rebajarse el pronóstico a un 2,9% y a un 0,8% para el año próximo. Por mucho que su economía ofrezca datos que envidiarían otros países, parece evidente que la Europa del euro y la Unión en su conjunto no podrán contar en lo inmediato con la locomotora germana. Las incertidumbres que afectan a las economías del euro hacen que los alemanes tiendan a contener su consumo mientras se reduce la demanda exterior de sus productos por efecto de las dificultades que atraviesan los países que constituyen su mercado más próximo. Además, teniendo en cuenta que Alemania es proveedora y a la vez demandante en relación a esos países, todos ellas se resentirán del frenazo que experimente su crecimiento. De hecho basta el anuncio del mismo para que el efecto dominó se haga notar, hasta el punto de que retraiga a alguna de las economías más endeudadas hasta una nueva recesión; riesgo que España no está en condiciones de eludir fácilmente. Puede haber países, sectores industriales o empresas exportadoras capaces de sortear el enfriamiento alemán esforzándose por ser competitivos en los mercados que conforman las economías emergentes, en Estados Unidos o incluso en áreas en desarrollo. Pero más allá de los desafíos que la brusca ralentización del crecimiento alemán entraña para la economía real, la consideración de la crisis como un problema «sistémico» no es un mero recurso argumental. Las críticas vertidas por el consejero delegado de Deutsche Bank, Josef Achermann, poniendo en duda que la recapitalización bancaria sirva para algo cuando lo que está en cuestión es la deuda soberana, revela que las instituciones de la Unión y cada uno de sus socios siguen debatiéndose entre la búsqueda de respuestas de oportunidad y el compromiso común por enderezar el rumbo de la eurozona