Noam y Aviva Shalit, padres del soldado israelí secuestrado Gilad Shalit, salen en coche de su residencia temporal en Jerusalén. :: EFE
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Alegría a ambos lados del muro

Israel está dividido con un canje de presos que Hamás ve como una «victoria»

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Alegría a ambos lados del muro. Pocas veces una noticia es celebrada por las dos partes en el conflicto entre israelíes y palestinos, y la liberación del soldado Gilad Shalit a cambio de 1.027 prisioneros es una de estas ocasiones, aunque en el lado judío la felicidad no es plena y las voces críticas alertan del peligro para la seguridad que supone el indulto a tantos presos. «Estamos ante una victoria histórica», declaró el dirigente de Hamás Khaled Mashal desde su exilio damasceno haciendo oficial el acuerdo con el Gobierno israelí, un sentimiento compartido en las calles de Gaza y Cisjordania, donde miles de personas se echaron a las calles para mostrar su alegría por la vuelta de sus presos a casa. Una imagen similar se produjo en la calle Azza de Jerusalén, donde la familia del soldado liberado mantenía una tienda de protesta a las puertas de la residencia del primer ministro.

«La protesta ha terminado su función y es hora de recoger y volver a casa», aseguró el padre, Noam Shalit, que junto a su esposa, Aviva, ultiman los detalles ante la inminente liberación que han esperado durante «cinco años, 1.935 días y sus largas noches», recordó Noam ante las miles de personas que acudieron hasta la tienda para mostrar su alegría y solidaridad. Esas primeras manifestaciones de apoyo dejaron paso a nuevas concentraciones, esta vez de repulsa por el acuerdo alcanzado en El Cairo entre los enviados de Hamás e Israel tras «largas y tediosas» negociaciones, según el calificativo empleado por Benjamín Netanyahu.

A la tercera fue la vencida. Al menos en dos ocasiones había estado a punto de cerrarse la liberación de Shalit en los últimos años, pero al final algo fallaba. Khaled Mashaal detalló el calendario de liberaciones, que se realizará en dos fases. En una semana 450 presos condenados por delitos de terrorismo y atentados contra la seguridad del Estado abandonarán la cárcel y una parte de ellos será extraditada a terceros países, de momento sin confirmar. Entonces, Hamás entregará a Shalit y se abrirá un segundo plazo de dos meses en el que otros 550 prisioneros con delitos menores serán excarcelados.

Guerra mediática

Hasta el domingo no se hará pública la lista, pero ya ha empezado la guerra mediática. Algunos periódicos israelíes han adelantado que entre los presos liberados no estarán figuras tan importantes como Maruan Barguti, ex secretario general de Fatah en Cisjordania y cuyo nombre suena en las quinielas como sucesor de Mahmud Abás, o Ahmed Saadat, el líder del Frente Popular de Liberación de Palestina.

Los medios cercanos a Hamás como la cadena Al-Aqsa, sin embargo, destacan que ambos quedarán en libertad. En Cisjordania, el secretario general del Ministerio palestino de Asuntos de los Prisioneros, Zeyad Abu Ein, dio credibilidad a las fuentes israelíes y por ello criticó un acuerdo que calificó de «calamidad» y habló de un «pacto débil», porque no incluye a los líderes encarcelados. Una muestra de la división interna que sufren los palestinos entre sus dos grandes partidos políticos. La noticia sorprendió a Mahmud Abás de visita oficial en Venezuela. El presidente palestino ha ganado fuerza entre los suyos tras llevar a la ONU la petición de que Palestina sea reconocido como miembro de pleno derecho y algunos analistas interpretan el movimiento de Hamás pactando el canje de presos como un intento de hacerse con el favor popular.

La captura de Shalit en 2006 fue el argumento principal que esgrimió Israel para fortalecer el aislamiento de la franja y su liberación podría ayudar a mejorar las condiciones de vida del millón y medio de palestinos que habitan en Gaza.