Adrian Newey, a la derecha, celebra el título junto a Vettel. :: EFE
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El nuevo Da Vinci de la F1

Adrian Newey, creador del imbatible Red Bull de 2011, logró el pasado domingo su octavo título del mundo

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Callado, con una tímida sonrisa y siempre con un bolígrafo en la mano. Lejos de los focos, pero susurrando a Christian Horner al oído. Una mente maravillosa, un mago, un adelantado y un pionero que usa el método clásico. Es Adrian Newey (Strartford upon Avon, 1958), el último ingeniero puro de la F1, de los que aún diseñan en negro sobre blanco en su estudio, con la única ayuda de su inagotable imaginación.

Nacer en la misma localidad que William Shakespeare no hace más que agrandar su leyenda. Este británico, de rostro amable, cuerpo desgarbado y enjuto, comenzó su larga carrera hace unos 30 años, haciendo las Américas, en la Indy y la CART. Allí comenzó a hacerse un nombre en el nido de fieras que es el automovilismo, a base de victorias, incluyendo la Indy 500 en 1983. Dejó los monoplazas americanos para irse a la Fórmula 1 a mitad de la temporada, y tras dar algunos tumbos, fichó por un March en el que pocos creían y que sorprendió. Ivan Capelli y Marcello Gugelmin protagonizaron la mejor temporada de este equipo, que posteriormente desaparecería, apenas entrada la década de los 90. El prestigio de Adrian Newey creció como la espuma y Patrick Head le fichó para acompañarle a Williams en 1990.

En 1992 la entrada de la electrónica permitió la creación de unos monoplazas completamente revolucionarios, con unas suspensiones activas que, prácticamente, hacían imposible que el coche se moviera. ¿Adivinan quién fue el primero en adaptar esa tecnología? Sí, Adrian Newey. En 1992 adaptó el chasis del Williams FW14 del año anterior -con el que Mansell ya fue subcampeón- a las nuevas ayudas electrónicas, y consiguió crear uno de los monoplazas que todavía ostentan algún récord de imbatibilidad. Hasta el abusivo 2002 que protagonizó Schumacher, nadie consiguió alcanzar el dominio del 'León' Mansell en 1992: nueve victorias, tres segundos puestos y tres abandonos.

Repitió éxito con Prost en 1993, año en el que el francés y Damon Hill se hicieron con el primer y el tercer puesto de la clasificación. De nuevo, Newey les había dado una herramienta con la que dominar la Fórmula 1 con puño de hierro: el FW15.

Con Senna en la memoria

No obstante, siempre que Newey recuerda esta época, le asaltan las pesadillas. En 1994 se prohibieron las suspensiones activas, precisamente cuando habían fichado a Senna. Todos sabemos lo que ocurrió el 1 de mayo en Imola. Newey fue apuntado por muchos como el responsable indirecto del fallecimiento del auténtico 'Magic' y llegó a ser sometido a juicio, aunque posteriormente se le privó de cualquier responsabilidad.

Con el paréntesis del bicampeonato de Schumacher con Benetton en el 94 y el 95, Newey encadenó cuatro títulos consecutivos: dos más con Williams y dos con McLaren. Para ser exactos, el último siendo miembro de Williams fue el de Damon Hill en 1996, pues en 1997 ya había fichado por McLaren. No obstante, antes de irse, dejó diseñado el FW19 con el que Villeneuve ganó su único título.