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fútbol | selección

Silva protagoniza una noche de récord

Soberbia actuación del canario, autor de dos goles y una asistencia, y notable estreno de Jordi Alba en el rondo ante los escoceses

IGNACIO TYLKO
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España completó una faena de lo más profesional para cerrar otra fase de clasificación inmaculada, igualar el récord de 14 victorias consecutivas en choques de competición que compartían Holanda y Francia y cercenar las esperanzas de los escoceses. La ‘Tartan Army’ soñaba con la relajación de los campeones y el tropiezo de los checos en Lituania para opositar en la repesca, pero se rindió a la evidencia. Su enorme afición, con más de 5.000 hinchas en el Rico Pérez y unos 10.000 repartidos por los bares de la ciudad, está muy por encima al nivel del equipo. Los ‘kilts’, las célebres faldas escocesas, son vistosas, pero el fútbol de los hombres de Craig Levein es arcaico.

La película, con guión bastante previsible, contó con un actor principal en la figura de Silva, que volvió a reivindicarse y a hablar sobre el césped. Se había quejado de un trato marginal desde el Mundial, salió en Praga y brilló. Y en el Rico Pérez, rubricó una actuación soberbia como falso ariete. Marcó dos goles, asistió a Villa en el tercero y se marchó del campo ovacionado. Le faltó dar la vuelta al ruedo como los toreros. El grancanario provocó con su versatilidad el caos en Berra y Cadwell, los centrales escoceses. Les sacó una y otra vez de su posición al retrasarse para asociarse con Cazorla y Xavi o abrirse para combinar con Pedro y Villa. Ya suma 13 goles con ‘La Roja’ en medio centenar de partidos, mientras que Villa llegó a los 50 con la selección.

Del Bosque hiló tan fino a la hora de perfilar los cambios, hasta seis con respecto al equipo que salió en Praga, que nadie le adivinó por completo las intenciones. Lo más noticiable, empero, sí estaba claro. Afectó a la portería, con Víctor Valdés titular de la selección por vez primera en choque de competición, y al lateral zurdo, donde se estrenó Jordi Alba. La presencia del guardameta hubiera sido testimonial de no ser por el evitable penalti que cometió en la segunda mitad.

El valencianista llamó con fuerza a la puerta de la mansión ‘Roja’, se la abrieron y tiene pinta de encontrar hueco en el salón de la fama. Fue de más a menos pero se empleó con desparpajo, como si llevara años en la selección. Subió con frecuencia, dio el pase a Silva en la jugada que abrió el triunfo a los cinco minutos, supo cerrar su posición y se comunicó de maravilla con Puyol. Estrenarse con un tipo tan experto como ‘Puyi’ al lado, es garantía de éxito. Reúne condiciones de lateral moderno. Acabó extenuado. A dosificarse se aprende con los años.

Pese a sus leves problemas musculares, Del Bosque apostó por Ramos para contrarrestar el juego aéreo de los escoceses junto a Piqué y Puyol. Nada de asumir riesgos innecesarios, aunque el sevillano fue el más flojito y sufrió varias distracciones por su zona que obligaron al sobreesfuerzo de Piqué.

Busquets, sin Xabi Alonso

En la zona de creación no se atrevió a prescindir de Xavi pero introdujo una novedad importante. Busquets ejerció como único medio de cierre, ya que Cazorla es más ofensivo que Xabi Alonso. La apuesta salió bien. Es poco frecuente pero interesante para jugar en casa ante rivales de poco fuste. Arriba, quitó a Mata, el abrelatas de los checos, y presentó una selección sin punta clásico, igual que el Barça de Pep Guardiola, Villa se confirmó como extremo y Fernando Llorente sufrió en el banquillo hasta mediada la segunda mitad. Invasión de bajitos para percutir sobre los rocosos británicos. Un método descubierto por Luis Aragonés y mejorado por Del Bosque.

Sorprendió ver a siete jugadores del Barça en el once, todos los posibles menos Thiago. Y solo uno del Real Madrid. Casillas tendrá que esperar hasta Wembley para igualar el récord de 126 internacionalidades del que todavía presume Zubizarreta. Xabi Alonso, contusionado ante los checos, quedó descartado. Desde el minuto uno, los escoceses quisieron pertrecharse atrás, con diez hombres por detrás del balón y Mackail-Smith, su goleador en Liechtenstein, solo contra el mundo. Y España, a lo suyo. Tocar, abrir el juego, acelerar cerca del área y permutar constantemente las posiciones.

Como ante los checos, el gol tempranero ayudó a cumplir el objetivo con el mínimo esfuerzo. Fue una jugada magnífica. Gran apertura de Xavi, toque maestro de Villa a Jordi Alba, pase atinado y remate letal del omnipresente Silva. Con una posesión que rondaba el 80%, España imponía la dictadura del balón. Se dejaba llevar por momentos pero, en cuanto se lo proponía, generaba peligro. Pedro, Puyol, en un cabezazo, Villa, en un tiro lejano, y Cazorla, pudieron asegurar el triunfo. Lo consiguió Silva al borde del descanso. Conectó con Pedro, recortó y la cruzó con la izquierda. Magia de Arguineguín, el pueblo de Valerón.

De los escoceses apenas hubo noticias en todo el primer tiempo. Trataron de presionar algo más que los checos pero también se rindieron a la evidencia. Cayeron con una deportividad exquisita. Un tiro alto de Fletcher fue su único aviso medianamente serio. España fue más discontinua en la reanudación. Pronto marcó Villa, tras otra genialidad de Silva. Se cerró el partido, Xavi pudo descansar, lo que acusó el equipo, y Llorente participar de la fiesta. España perdió el orden sin Xavi, pero tanto Llorente como Cazorla y Pedro estuvieron muy cerca de aumentar la cuenta. Los escoceses salvaron el orgullo con el gol del honor, fruto de ese penalti tontorrón. Perdieron, pero seguirán celebrándolo a base de pintas.