El visionario
Actualizado: GuardarLo han comparado con Edison pero a mí me recuerda más a Tesla por su carácter visionario (Edison, sí, sería el archienemigo que nuestra sociedad ha inventado para oponerse a él, Bill Gates), porque estaba a muchas generaciones por delante de los que van delante de nosotros. Steve Jobs, el hombre que creía en un futuro limpio y cómodo, el soñador de la tecnología bella y fácil, el que se hizo a sí mismo y se reinventó no sé cuántas veces.
A menudo me quejo de que este tiempo nuestro no tiene roles modelo ni héroes a seguir, vendidos como andamos al éxito fácil y al fracaso injusto, pero esa decepción de mi generación quizá no tenga el mismo eco ya, por fortuna, en la generación de mis hijos. Porque estaba, o está, Steve Jobs. El visionario, el hippie, el rebelde, el hombre que solo pisó seis meses una universidad, el que comió de caridad durante mucho tiempo, el que se hizo vegetariano y budista y fue despedido de su propia empresa para volver a dirigirla luego, años más tarde, y hasta reconoció que ese factor, ser despedido de su propio negocio, fue lo que le hizo seguir adelante con más tesón.
Quedan para el futuro, con la misma fuerza que aquel discurso de "I had a dream" de Martin Luther King Jr., sus palabras en la Universidad de Stanford en 2005, un sencillo discurso de apenas quince minutos que desmonta todo el sinsentido de esta sociedad abocada al deterioro y defiende en un lenguaje entendible el valor de seguir la intuición, de no vivir la vida impuesta por los otros. En esas palabras de Jobs se encuentra no solo su filosofía y la filosofía de Apple, la de los ordenadores virgueros y los iphones primorosos y los ipads que sustituirán a los libros (mejorándolos) pasado mañana: en ellas hay un canto a la defensa de la búsqueda, al amor por los sueños, al inconformismo creativo. Hay que creer en algo, dice ese hombre que ya estaba marcado por la muerte: hay que seguir buscando sin ceder, hay que seguir hambrientos, hay que conservar la locura imprescindible para continuar buscando un mundo mejor para todos a partir de uno mismo.
Un discurso sencillo, intuitivo, bello. Y optimista, que no es poco. Es decir, necesario.