Un Cádiz B escaso de ideas y de fútbol araña un empate en Sevilla

El Cádiz B llegaba a la Ciudad Deportiva José Ramón Cisneros en clara desventaja, según marcaba la clasificación. Sin conocer aún la victoria y ante un segundo filial sevillista que encadenaba cuatro triunfos consecutivos, antes del pitido incial el empate no habría sido visto con malos ojos por los de Juanma Carrillo. Sin embargo, la expulsión del hispalense Salvi en el minuto 70 hace pensar que los cadistas podrían haber roto el empate a dos si hubieran tenido un poco más de ambición y, sobre todo, juego.

La primera mitad tuvo dos claros protagonistas, los puntas de cada equipo. Pero no por su acierto en la portería contraria sino por ser los destinatarios de la mayoría de las intenciones de sus compañeros, que se olvidaron de bajar el balón al suelo e insistieron una y otra vez en el pelotazo en largo. El colombiano Wilson Cuero y el sevillista Espinar se fajaron con los centrales rivales, aunque sin más resultado que unas cuantas magulladuras. Las oportunidades se hicieron de rogar y solo Cuero y Cervera pusieron en aprietos al hispalense Romero. Quien metiera el primer gol iba a tener mucho ganado, y fue el local Menudo el que adelantó a su equipo con un zurdazo en el borde del área que hizo inútil la estirada de Lebrón. Pero el Cádiz B se repuso y al borde del descanso empató el encuentro con un penalti transformado por Gordo, después de una de las pocas jugadas con sentido que hizo el capitán Lora.

Tras el descanso, el filial amarillo siguió a lo suyo, centrándose más en destruir el juego rival que en crear ocasiones. Pero le bastó con un par de pelotazos a la espalda de la defensa sevillista para embotellar a su rival y acumular un par de buenos intentos. Primero fue Becerra el que cabeceó picado, pero apenas un minuto después el central David puso por delante al Cádiz B al resolver de cabeza un barullo en el área. 1-2 en el marcador e inmediata entrada de Mohammed Fatau al campo para conservar el resultado. El músculo del africano sirvió para darle más frescura al equipo, pero la necesidad sevillista acuciaba e hizo que los amarillos cedieran cada vez más terreno. El local Juanan, que revolucionó al Sevilla C con su entrada, mandó un balón al palo, pero no perdonó en el 75 a pesar de que apenas cinco minutos antes su compañero Salvi había sido expulsado por protestar.