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"Los datos sugieren que los niños sufren mucho más por ser prematuros que por la quimioterapia prenatal", explica un experto. / Archivo
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La quimioterapia es inocua desde la semana 12 de gestación

Un estudio belga confirma que una mujer embarazada puede someterse a este tratamiento a partir del segundo trimestre sin que tenga consecuencias para su bebé

LUCÍA PALACIOS
MADRIDActualizado:

Todos sabemos ya que cáncer no es sinónimo de muerte, ni mucho menos. Pero pocos conocen que embarazo y quimioterapia son términos compatibles. Un estudio realizado por científicos del Hospital Universitario de Lovaina viene a confirmar lo que entre especialistas era ya un secreto a voces desde hace tiempo: el uso de quimioterapia en mujeres en estado de buena esperanza no causa ningún daño al feto. Eso sí, hay que hacer dos matizaciones: 1. Solo se puede hablar de resultados a corto plazo; y 2. El tratamiento tiene que realizarse a partir de la semana 12 de gestación.

El estudio, presentado en Estocolmo la pasada semana en el Congreso Europeo Multidisciplinar sobre el Cáncer (ESMO-ECCO), pone de manifiesto que solo una pequeña parte de los fármacos pasa a través de la placenta y llega al feto a partir de la semana 12 o 14 de gestación, y esta mínima fracción no tiene impacto alguno en el posterior desarrollo del bebé.

Los investigadores belgas defienden, por tanto, que no es necesario adelantar el parto antes del tratamiento, como se recomienda en muchos casos, e incluso se atreven a decir que esto es incluso más perjudicial que la propia quimiterapia. "Los datos sugieren que los niños sufren mucho más por ser prematuros que por la quimioterapia prenatal", ha explicado Frederic Amant, oncólogo ginecológico del Hospital Universitario de Lovaina, quien ha mantenido que no hay necesidad de que las pacientes con cáncer que estén embarazadas aborten o retrasen el tratamiento más allá del primer trimestre.

¿Y a largo plazo?

El equipo de Amant detectó que, entre los 70 bebés incluidos en el estudio, las tasas y tipos de defectos congénitos fueron similares a los de la población general, al igual que el crecimiento, la salud y el desarrollo. Tampoco hallaron anormalidades cardíacas. Sin embargo, los autores descubrieron que mientras que el desarrollo cognitivo -medido a través de parámetros como el coeficiente intelectual (CI) y pruebas de comportamiento- estaban en el rango normal en la mayoría de los niños, los que tenían un CI por debajo de lo normal eran los prematuros.

Pero todavía no se pueden lanzar las campanas al vuelo. Los dos 'fallos' (entrecomillas) que se pueden extraer de este estudio es que el número de mujeres que ha participado en él es pequeño y su seguimiento ha sido relativamente corto; y un segundo y más importante es que aún no se conocen las consecuencias completas a largo plazo de la quimioterapia prenatal, incluido su efecto en la fertilidad de los niños y la posibilidad de que desarrollen un cáncer cuando sean mayores.

La opinión de un experto español

A Antonio González González, jefe del Servicio de Obstetricia de la Maternidad de la Paz (Madrid), este estudio viene a corroborar lo que en los hospitales españoles ya hace tiempo que vienen practicando: "No hay sospechas de que el niño pueda verse afectado por la quimioterapia. Y por eso la indicamos cada vez con mayor habitualidad y sin muchos riesgos". A su juicio, la novedad radica en que adelanta aún más la aplicación del tratamiento a la semana 12-14 de gestación. ¿Por qué la semana 12? El ginecólogo de la Paz nos explica que es cuando termina el periodo de la organogénesis: los órganos ya están formados, aunque no al cien por cien.

"Antes se esperaba hasta que nos parecía que era útil y no se podía adelantar el parto. Lo importante es que podemos emplear la quimioterapia a partir de la semana 12 a 34 perfectamente. A partir de entonces, preferimos terminar la gestación", declara el doctor González, quien ha querido dejar claro que en su clínica tienen un 100% de supervivencia en los partos a partir de la semana 32, con lo cual no tendría sentido arriesgarse a partir de entonces a comenzar el tratamiento, "fundamentalmente porque no se conocen los efectos a largo plazo", recalca. La pregunta es: ¿qué pasará cuando estos niños cumplan 30 años? Habrá que esperar un tiempo para tener la respuesta.