Forcejeo en el PSOE
Actualizado:El líder del Partido Popular y próximo presidente del Gobierno tras el 20-N si se cumplen los pronósticos rotundos de las encuestas, clausuró ayer la Convención Nacional de su organización con un discurso conciliador y con una petición al electorado de un mandato claro para poder tomar decisiones valientes que saquen a este país de la crisis. No especificó la naturaleza de tales decisiones pero sí dejó claro que España necesitaba «soluciones, no improvisaciones». Rajoy desgranó una idea que es en él recurrente, y que proviene de las tesis del filósofo Julián Marías: quien esté al frente de la nación ha de trascender el estadio partidario y convocar a todos, cualesquiera que haya sido su opción en las urnas. «No quiero ser el presidente del Gobierno de los militantes del Partido Popular -dijo Rajoy-. Quiero ser el presidente del Gobierno de todos los españoles. Esto es lo que quiere la mayoría, lo que quiero yo, lo que queréis vosotros y lo que necesita España». Y por si hubiese que aclarar el alcance de su convocatoria, recalcó: «No me siento enemigo de nadie y no vamos a atizar viejas discordias». Por contraposición a los vaivenes del Gobierno saliente, Rajoy, quien aparece ya en público investido del sentido de responsabilidad de quien ha ganado, afirma su disposición al rigor: «No voy a dejar nada al azar: ni aventuras, ni caprichos, ni ocurrencias; durante estos años ha ocurrido lo contrario, primero actuaban y luego reflexionaban y entonces rectificaban. España requiere soluciones y no rectificaciones, me comprometo a gobernar con valentía, sin miedos». A mes y medio de las elecciones, Rajoy no ha considerado todavía oportuno desgranar el programa, probablemente para mantener el efecto sorpresa. Sin embargo, sí ha desmentido a quienes anuncian recortes sociales y se ha comprometido a que «los esfuerzos que tengamos que hacer los haremos todos y que el reparto de las cargas será justo y equitativo». En definitiva, Rajoy actúa, como es proverbial en él, con franca previsibilidad. Nada queda al azar, y, por obvias razones, el líder popular y su equipo cuidan la estrategia hasta en los menores detalles para evitar errores que, a estas alturas, podrían perturbar las legítimas expectativas de la gran formación de centro derecha.
Después de tres días de forcejeo entre los aparatos territoriales y el federal, el Comité Federal del PSOE ha dado el visto bueno a las listas del partido para el 20-N. En esta ocasión, la expectativas electorales son pobres para el PSOE, por lo que los puestos 'seguros' en las listas escasean. Finalmente, las listas han sido aprobadas con 14 abstenciones, que se han debido a dos desajustes de última hora: la exclusión de Fernández Marugán de las listas extremeñas, que ha provocado protestas de algunos compañeros, y el descenso en el orden de la lista de Madrid, instada por la dirección federal, del representante de Izquierda Socialista, Juan Antonio Barrio de Penagos, que habría descendido del 11 al 13 lugar para hacer un hueco en el undécimo puesto a Pedro Sánchez, miembro del comité electoral; finalmente, Barrio ha renunciado a figurar en las listas y el cambio ha provocado el enfado de Tomás Gómez. Si se cumplen las previsiones, el PSOE deberá proceder una catarsis y a una profunda regeneración. Y habrán de ser estos supervivientes quienes tomen la iniciativa renovadora.