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El desplome del gigante Dexia resucita el temor a un nuevo 'crash' bancario
La UE descarta que la primera víctima financiera de la crisis helena prenda la mecha del contagio en el continente
LUXEMBURGO. Actualizado: GuardarLa UE se encontró ayer de frente con los fantasmas que creía haber espantado tras el 'crash' de 2008. El desplome de Dexia, un banco que opera principalmente en Francia, Bélgica y Luxemburgo, resucitó el temor a un efecto dominó que pueda extenderse a todo el continente. A diferencia de lo sucedido hace tres años, la entidad no se despeñó en la bolsa por el impacto de las hipotecas 'subprime', sino por su gran exposición a la deuda griega. Pese a que se trata de la primera víctima bancaria de la crisis helena, Europa rechazó elevar el nivel de alerta y adoptar medidas de urgencia.
La debacle de Dexia se coló en la cumbre de ministros de Economía de la zona euro en la noche del lunes. El impacto inicial, sin embargo, fue de apenas unos murmullos que ayer se adueñaron de la cita celebrada en Luxemburgo. Esta vez, se encontraban sentados a la mesa todos los titulares de Finanzas de Europa, pero la reacción fue igual de contenida. De momento, nadie ve en la entidad francobelga la mecha que pueda prender un nuevo terremoto financiero.
El comisario de Mercado Interior, Michel Barnier, rechazó pronunciarse sobre escenarios hipotéticos y juzgó «prematuro» hablar de las posibles implicaciones y soluciones para Dexia. Pese a que desde hace semanas se debate la posibilidad de impulsar la recapitalización de los bancos europeos, el responsable francés subrayó que la solución es más compleja. A su juicio, la UE tiene que reforzar el colchón de seguridad del sector, pero sin olvidar otras cuestiones como «la supervisión y el bueno gobierno».
Dexia, que suma más de 35.000 empleados, no es la primera vez que sufre la desconfianza de los inversores. La crisis de las 'subprime' obligó a intervenir a los Gobiernos de Francia, Bélgica y Luxemburgo, que inyectaron casi 6.400 millones para sostener a la entidad. Su segundo rescate podría ser cuestión de horas. París y Bruselas anunciaron que harán «todo lo necesario» para mantener a flote al banco y proteger los depósitos de sus clientes. El ministro de Finanzas galo, François Baroin, aseguró que Dexia afrontaba una «réplica» del seísmo de 2008 vinculada a «las dificultades para lograr liquidez» por la situación actual de los mercados.
Dudoso sobresaliente
Los problemas del banco, que en agosto admitió unas pérdidas de 4.000 millones de euros, contrastan con la excelente nota que obtuvo en los recientes test de estrés. La entidad francobelga se llevó un sobresaliente que acreditaba su fortaleza ante los escenarios más adversos. El lunes, sin embargo, su envidiable calificación se evaporó ante la huida en masa de los inversores. Sus acciones se derrumbaron un 10% y anticiparon el batacazo de casi el 23% registrado ayer en el parqué de Bruselas.
El comisario de Mercado Interior rechazó tachar de patinazo la nota lograda por Dexia en las pruebas de resistencia. El responsable francés subrayó que antes de la publicación de los resultados en julio las circunstancias eran menos graves. La ministra de Economía, Elena Salgado, fue algo más explícita y admitió que los test de estrés tuvieron «carencias» como no medir adecuadamente la exposición de los bancos a la deuda soberana. La vicepresidenta descartó que las entidades españolas puedan verse contagiadas porque apenas tienen bonos helenos en sus balances.
La caída de Dexia, que podría ser fragmentado en distintas unidades para su saneamiento definitivo, volvió a deparar una jornada de nerviosismo en los mercados. Las dudas en las bolsas se vieron alimentadas por otro debate que empieza a cobrar cuerpo en la zona euro. El presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, admitió en la noche del lunes que estudian ampliar la participación de la banca en el segundo rescate heleno. Los 17 miembros del Eurogrupo tampoco enviaron señales positivas con su decisión sobre la ayuda que necesita Grecia para evitar la bancarrota. Aunque Atenas había asegurado que se quedaría sin dinero este mes, el Gobierno admitió ayer que cuenta con fondos suficientes hasta mediados de noviembre. Ante esta situación, los socios acordaron posponer la entrega de los 8.000 millones.