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El presidente de la Academia, Enrique González Macho. :: ESTEBAN
Sociedad

La posguerra luminosa de Imanol Uribe

El director vasco da forma en Jerez a su 'thriller' político y romántico basado en hechos reales

OSKAR L. BELATEGUI
JEREZ.Actualizado:

La Plaza del Mercado de Jerez ha sufrido una regresión en el tiempo. Basta mirar los precios de las legumbres en los puestos: lentejas a cinco céntimos; garbanzos a nueve. Los lugareños, vestidos de los años 50, caminan sobre sus pasos con esos andares un poco zombis de los extras en las películas. En un majestuoso Packard de la época, aparcado entre bodegas centenarias, Eduard Fernández, Iban Garate y Karra Elejalde sudan la gota gorda vestidos de militares. «Vista al frente, coño. ¡Y arranque!», ordena Elejalde, un teniente coronel de inequívocos ademanes fascistas. Sentado frente al monitor, un ronco Imanol Uribe grita «¡corten!».

El director vasco da forma desde mediados de septiembre en Jerez a 'Miel de naranjas', una «historia luminosa de posguerra». Uribe conoce la luz de Cádiz a la perfección: fue de los primeros en hacerse una casa en el paraíso de Zahara. Hace un par de años presidió el jurado del Premio Julio Alejandro de guiones organizado por la SGAE. Y le deslumbró el libreto ganador, que con el tiempo ha acabado llevando al cine. Su autora, Remedios Crespo, se acercó ayer a Jerez para ver cómo cobraban vida sus personajes.

El hermoso y a la vez terrible punto de partida de la historia es verídico. Crespo encontró en su casa familiar un relato autobiográfico escrito por su padre, que cumplió el servicio militar como secretario de un juzgado en Sevilla en los años 50. «Aquellos juicios eran una farsa, así que obligaban a mi padre a teclear en la máquina de escribir, como si transcribiera el proceso. En realidad, aprovechaba para escribir cartas de amor a mi madre».

'Miel de naranjas' transcurre así una década después del fin de la Guerra Civil. Pero revela un entramado jurídico y represor que dio como fruto detenciones, encierros, asesinatos y hasta campos de concentración como el de Los Merinales, en Sevilla, que el filme reconstruye en la sierra madrileña. «Algunos dirán que ya estamos con la memoria histórica», observa la guionista. «¿Cuántas de policías que comen donuts y asesinos en serie hemos visto? Hay pocas películas de nuestra Historia reciente. Y cada familia tiene un relato que contar».

Filme con «muchas caras»

Con dos cintas ambientadas en la posguerra en boca del reciente cine español -'Pa negre' y la inminente 'La verdad dormida'-, parecería que Uribe se suma al carro de la memoria histórica. 'Miel de naranjas' es más un 'thriller' político con elementos románticos que un filme de denuncia sobre unos tiempos bárbaros. Iban Garate, el actor revelación de 'Arriya', y la nueva chica Almodóvar, Blanca Suárez, forman la pareja de novios protagonista. Él cumple la mili en un juzgado militar; ella es la sobrina del temible juez instructor encarnado por Elejalde.

«'Miel de naranjas' tiene muchas caras», explica Uribe en una pausa del rodaje, al refugio de la solana que cae a plomo sobre Jerez. «Hay un viaje iniciático del protagonista, que descubre la vida y a sí mismo; una historia de amor; un relato de aventuras con la evasión de un campo de concentración; y obviamente hay un trasfondo político, sobre todo en el ámbito militar».

Al que a buen seguro que la cinta le cambiará la vida será a Iban Garate, que a sus 29 años disfruta por primera vez de un papel protagonista en castellano. «Hasta ahora solo había trabajado entre amigos, ahora la responsabilidad es la misma pero el reto mayor. En el fondo se sigue tratando de salvar el culo».

El «título simbólico» del filme ya ofrece pistas sobre el tono de un relato que va más allá de mostrar bandos enfrentados y personajes maniqueos. «'Miel de naranjas' suena a agridulce. Y la película tiene cosas muy dulces y muy agrias». Al autor de filmes urgentes sobre la realidad de su tiempo, como 'La fuga de Segovia' y 'Días contados', cada vez le seduce más echar la vista atrás. «No me apetece lo más mínimo hablar de la realidad actual, a no ser que sea una película de ciencia-ficción. La actualidad es espantosa y la vemos en los telediarios».

Viendo los vestidos y trajes de los figurantes y las soleadas calles de Jerez resulta difícil retrotraerse a los tiempos oscuros del franquismo. Imanol Uribe siempre recuerda las películas de posguerra como «oscuras, cutres y siniestras». Quería rodar «una historia deliberadamente luminosa, aprovechando que la historia real transcurrió bajo esta luz, que en los años 50 era la misma». A su lado, Enrique González Macho asiente: «Yo recuerdo a mi abuela quitando bichos de las lentejas. Pero eso no impedía que saliera a la calle elegante y tuviera la casa como los chorros del oro».

Una gran producción

El flamante presidente de la Academia es también el productor de un filme que con 4 millones de euros supera el presupuesto medio de una cinta española. «No hemos pedido un duro a la Junta de Andalucía, precisamente para poder hacer los que nos diera la gana. Hemos venido aquí a gastar, no a pedir». Desde que empezó de meritorio en 1967, González Macho lleva un centenar de rodajes a sus espaldas. Abraza hasta al último técnico y se le ve exultante en su medio natural. «Estoy contento porque todo va como la seda, y ya he visto muchos rodajes que se tuercen y no hay manera de enderezar. Esta película no va de buenos y malos».