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EL LABERINTO

Aprender español

FELICIDAD RODRÍGUEZ
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Hoy día nadie duda de la importancia de saber comunicarse en otros idiomas. Nuestros instintos más protectores salían siempre a flote cuando observábamos la imagen tierna y sonriente, aunque tan desvalida, del presidente Zapatero en algunos encuentros internacionales. ¡Con lo importante que es el poder enterarse de lo que dicen los demás! Esto explica, sin duda, el que en esta época de crisis, cuando la Generalitat se ve obligada a hacer recortes sanitarios y a disminuir los fondos a los geriátricos y a los centros de discapacitados, se siga insistiendo en traducir o subtitular en catalán a Angelina Jolie o a George Clooney. Pero ahora nos enteramos de que el problema es mucho más gordo. Resulta que Artur Mas no nos entiende al resto de los españoles. Pobre. Claro, así se comprende que se gasten, mejor dicho, que nos gastemos, miles de euros en traducción simultánea en el Senado de nuestro propio país. Realmente se trata de un problema grave. Decía Borges que no sabía si la instrucción podría salvarnos pero que él, al menos, no sabía de ningún medio mejor. Urge, por tanto, que se diseñe un plan de instrucción intensiva para el Honorable presidente Mas. Y, desde luego, un programa de aprendizaje de ese idioma que, con tantos matices y tanta riqueza multicultural, hablan unos 500 millones de seres humanos. El español. Una lengua gracias a la cual se entienden entre sí tantas personas procedentes de lugares, culturas y tradiciones muy distintas. El Sr. Mas debería saber que la Real Academia Española de la Lengua junto con el resto de las 21 Academias de América y Filipinas, incluyendo la Academia Norteamericana de la Lengua Española, trabajan, en un ejercicio de responsabilidad común, para ese español en su más rica variedad. Debería saber que el Premio Cervantes se ha escrito con sones y cadencias mejicanas, argentinas, chilenas, colombianas, cubanas, peruanas, uruguayas, paraguayas, asturianas, madrileñas, gallegas, andaluzas, castellanas y, también, con acento catalán. Debería saber que incluso la lejana Academia sueca ha sabido apreciar y recompensar, con el Nobel de Literatura, a esas voces guatemaltecas, andaluzas, chilenas, gallegas, colombianas, castellanas o peruanas que expresan la heterogénea riqueza de esa lengua que nos une. Lo dicho, instrucción. Y un examen PISA para nuestros gobernantes.