Yo también mangué en El Corte Inglés
Actualizado:Fue durante un viaje del Instituto Columela a Sevilla: me pillaron mangando dos cintas de cassette en El Corte Inglés de la Plaza del Duque. Acostumbrados a sisar discos de vinilo en Soriano, los delincuentes juveniles de aquella época no concebíamos la existencia de circuitos cerrados de televisión. A mi padre, le recomendaron que me vigilase de cerca y que yo podía ser un criminal en ciernes. Comprendo al vicario de Santa Cruz, condenado por lo mismo, quizá porque el importe de su latrocinio fuera considerablemente mayor a mi mangancia. En cualquier caso, él ha confesado su culpa como quien confiesa un pecado. Tres padres nuestros y dos avemarías. La justicia no ha sido demasiado dura y además seguro que la penitencia le granjeará el perdón del Santo Padre, como yo obtuve el del mío cuando se limitó a preguntarme por qué no le había dado una identidad falsa a los seguratas de esos grandes almacenes. Claro que no hay color, qué quieren que les diga, entre el comportamiento de dicho vicario y el mío propio o el compromiso de la Pastoral de Migraciones del obispado de Cádiz que el viernes y esquivando el levante volvió a convocar en Tarifa una vigilia de oración por los inmigrantes muertos en el Estrecho. Hay más de una Iglesia, visto lo visto, la de la ropa de marca y la de los desheredados.