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Lluvia de 'tweets' en Las Ventas

#síalostoros o la historia de un ‘trending topic’ que acabó volando sobre el tendido madrileño

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A las cinco y media de la tarde, cuando volvieron los alguacilillos de despejar la plaza con sus caballos y sus penachos, y los tres toreros pusieron un pie en el sacrosanto ruedo de Las Ventas, arrancó a llover. Más de quince mil papelillos doblados cayeron en alegre compás de fiesta, bailando en el aire desde las andanadas hasta los tendidos con cientos de gritos en defensa de la fiesta de los toros. Al sol de la tarde, Joséphine, Luciano, David, María y hasta Sara, que pisaban una plaza de toros por primera vez, lanzaban al cielo azul de los toreros los mensajes con los que los aficionados de todo el mundo habían defendido su fiesta. Abajo, los espectadores miraban a lo alto sorprendidos, tomaban en sus manos aquellas extrañas galletas de la suerte de la tauromaquia, leían los mensajes y sonreían. ‘Performance’, reivindicación y poesía con aires de ‘trending topic’.

Todo comenzó la semana pasada de casualidad. Ante el cierre de la Monumental de Barcelona, la afición despertó de su doliente letargo y puso el corazón en el ‘timeline’. Cientos pensaron juntos en sus razones y sus sentimientos para defender la fiesta que se prohibía en Cataluña. Encontraban en sus recuerdos, en sus genes sentimentales, en sus pasiones y casi sin pensar tecleaban sensaciones, imágenes, sonidos, padres, hijos, tal o cual muletazo... Se desató la locura. ‘Tabaco y oro’ decía #síalostoros «por el silencio de Sevilla y el runrún de Madrid»; ‘En barrera’, «por cuando un torero cita de frente»; Alejandro Talavante «por el propio toro». «Y mira que no me gustan los toros, pero #síalostoros», decía Juan Villar.

Tantos mensajes hubo como respuestas de los antitaurinos, más o menos comedidas. Muchos se enzarzaron y a la madre de alguno le pusieron un par de banderillas virtuales. Con todo, hubo tantos mensajes y tan diversos que el #síalostoros llegó a ser ‘trending topic’ mundial (una de las palabras más mencionadas en la red social en todo el planeta). A Joséphine Douet, fotógrafa de moda de Toulouse le cogió el cierre de la plaza con un nudo en la garganta, la radio encendida y el iPad echando humo en el salón de su casa en el Arco de Cuchilleros de Madrid. Y tuvo una idea. «Pensé que había que darle la vuelta a la tortilla de una vez y defender lo nuestro de una manera festiva», recuerda la artista. Pasó las horas leyendo los mensajes que iban saltando a la red, algunos en forma de chistes, propuestas, ideas brillantes, cursiladas... «Fue una cosa tremenda». Encadenó los pensamientos: la poesía, la primavera, la alegría, el otoño, las hojas cayendo... Y nació en su cabeza la #lluviadetwits de ayer tarde en Las Ventas. La acción era sencilla: cada uno que quisiera participar tendría que imprimir o escribir los mensajes publicados bajo la etiqueta #síalostoros y soltarlos durante el paseíllo de ayer en Las Ventas. «Se trataba de defender algo que nos mantenía juntos».

Viaje a los recuerdos

Ayer por la tarde tenía la mesa cuajada con los sentimientos de miles de personas hechos papelillos, incluido el suyo: «Por las risas en la furgoneta, el campo en invierno, los olés que derrumban las plazas, la carretera de noche», había escrito. En la frase había mucho de su biografía, pues ella misma había pasado un mes y medio empotrada en la cuadrilla de José María Manzanares, de plaza en plaza. El resultado fue el libro de fotografías ‘Peajes’. Una francesa en un coche de cuadrillas es una imagen extraña que solo se puede explicar con un viaje por los recuerdos hasta aquella casa de su abuela en Toulouse, cuya entrada presidían tres fotografías: «una de su boda, una de Luis Mariano y otra de Curro Romero». La de Luis Mariano nunca llegó a entenderla; la de Curro, sí. Sucedió cuando Joséphine era una niña de seis años y su abuela la llevó a ver a Curro a La Maestranza, en la capital mundial de la primavera. «En ese momento comprendí lo que significaba que un escalofrío te recorra la espalda». Ya era aficionada. «Me quedé ahí». Treinta y tres años después sigue buscando esa sensación.

Una hora para el lanzamiento. A su lado cortan los papelillos dos de los jóvenes que se sumaron a la aventura de hacer volar la defensa de la fiesta. Uno de ellos es David Jaramillo, colombiano de 36 años que en los momentos malos de la vida se iba a ordenar la cabeza sentado en soledad en la vacía plaza de Medellín. También se recuerda saliendo del baño de niño con la toalla como capote de paseo. Hoy es periodista taurino.

Luciano Ángel, 26 años, ingeniero agrónomo, se ve a sí mismo con seis años viendo a César Rincón en la primera corrida de toros a la que asistió. Una de las últimas, la de Sevilla, cuando Manzanares indultó a ‘Arrojado’ y su novia Catalina, que no es aficionada, le mandó un mensaje: «Esta es una fiesta de vida». Viajan en el Metro camino de la plaza. Se agolpa la gente. En las manos, las bolsas llenas de papelitos con un montón de historias, telegrafiadas en 140 caracteres y protagonistas del chaparrón de sentimientos voladores, sin duda el más extraño de los que cayeron jamás en Las Ventas.