Merkel supera la prueba

Muy juiciosamente, el Parlamento alemán aprobó ayer por una mayoría holgadísima la participación de su país -capital cuantitativa y cualitativamente- en el Plan Europeo de Estabilidad Financiera que permitirá abordar de modo sistemático el agobiante problema de la deuda pública en varios países de la UE y, de modo perentorio, ayudar a Grecia, primer receptor de una ayuda que en su caso será inminente. La canciller Merkel, a veces prematuramente percibida como un punto reticente y demasiado atenta a sus necesidades electorales, ha dado pruebas de gran capacidad para cocinar el grave asunto en la trastienda de su coalición (cristianodemócratas, social-cristianos y liberales). Era segura su aprobación, porque socialdemócratas y Verdes lo respaldaban pero una eventual crisis interna en el Gobierno y la posibilidad de una ruptura con los debilitados liberales, preocupaban a todos. Merkel y el jefe de su grupo parlamentario, Volker Kauder, han sabido argumentar en clave política sin excluir un acento histórico. «Alemania tiene un interés nacional y existencial en la estabilidad de Europa y del euro», dijo Kauder. Una frase para recordar algo que nunca debe ser olvidado: la Unión Europea es un proyecto de naturaleza política y voluntad federalizante, no un mero mercado común, como fue durante tantos años. La disciplina en sus filas funcionó en ese registro, con 315 diputados favorables, cuatro más de los precisos para obtener una mayoría. Ayer Alemania, el miércoles Finlandia y antes los Parlamentos de nueve de los 17 Estados del euro ya han dado su aprobación y el resto lo hará en octubre. El plan, susceptible de un ampliación de sus fondos que algunos dan por segura, es una potente y positiva señal enviada por la UE a los mercados y sus gestores. Y un compromiso adicional con la indispensable disciplina financiera y el rigor fiscal que, ciertamente, bastantes socios de la Unión han desdeñado con los penosos resultados visibles.