Año duro, año blando

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Lo sé. Me voy a adelantar. Pero me sale. No lo puedo evitar. Comprendo que queda mucho tiempo. Mucha leña por cortar. Pero cada vez que echo un vistazo a la clasificación y veo los equipitos del grupo IV no tengo otra que pensar que este Cádiz construído por Pina y que va transformando Jose no tiene otra que salirse de la tabla. Sí, lo sé. Lo entiendo incluso. Sé que estas palabras no gustarán ni a los jugadores ni al cuerpo técnico ni mucho menos a los dirigentes pero es lo que siento cada vez que veo que la Balona sigue siendo líder en solitario pese a ser un recién ascendido y comprobar como el Cádiz pudo meterle varios goles más de los dos con los que le ganó en su casa.

Por descontado que será un año duro por aquello de estar en la maldita Segunda B. Aunque al mismo tiempo debe ser blando en sus 38 jornadas. Blando porque este Cádiz debe comandar la tabla con una autoridad marcial. Blando porque este Cádiz debe sacar –más pronto que tarde– una notable ventaja en puntos a su más inmediato perseguidor. Blando porque ese margen debe valerle para que los jugadores suelten la presión y comiencen a jugar al fútbol sin ataduras tácticas. Blando porque aunque se estén purgando los pecados en esta categoría infernal el público de Carranza se merece disfrutar con su equipo y tiene que irse a casa despreocupado de la clasificación y ensimismado con las diabluras de Toti, el olfato de Juanjo, los goles de Akinsola, el pase magistral de Óscar Pérez, el desborde y los centros de Ferreiro, la calidad de Dioni o – y solo de vez en cuando– el paradón de Aulestia. Para conseguirlo, el equipo debe ponerse metas. Superar los récords del año de Javi Gracia, intentar permanecer invictos, cantar el alirón el primero de los cuatro grupos... Que sé yo.

Entiendo que este discurso hasta cierto punto prepotente no sentará bien en el vestuario pero también deben asumir que para llegar al último piso no hay nada mejor como señalar al cielo.

Queda un mundo. Lo sé. Y un ‘play off’. Y que sea el único.