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MUNDO

EL TELAR DE PENÉLOPE

JOSÉ LUIS PEÑALVA
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Si algo cabrea a los palestinos es la construcción de asentamientos judíos. Pues bien, los israelíes se han mostrado dispuestos a sentarse a negociar con una mano, mientras aprueban la construcción de más viviendas memoria viva de la ocupación del territorio, con la otra. Lo que Mahmud Abás llamaba la otra forma de limpieza étnica. Como si la diplomacia tras sus buenos propósito en la ONU se hubiese dado a la bebida. La expresión de la esquizofrenia alcanza su esplendor en el ataque de Clinton a Israel por su decisión de levantar 1.100 nuevas viviendas en Gilo, al sureste de Jerusalén. «Provocativa y contraproducente», después de haber anticipado su veto a la demanda palestina del nuevo Estado y dado a entender que solo puede alcanzarse a partir de unas negociaciones. La Administración Obama disimula su actitud claudicante ante el Ejecutivo hebreo y está furiosa. Clinton se reconoce ofendida porque «no es la primera vez que Israel bloquea la negociaciones de paz». Clamoroso descubrimiento. «Llevamos años evitando aquellas medidas por ambos lados que dificulten el acercamiento y la resolución de los problemas que molestan la consecuencia del Estado Palestino». Justo en el momento en el que la diplomacia trabaja para detener la solicitud palestina y sobre la singular idea de que apoyando las conversaciones arrumbara indefinidamente semejante (e infundada) exigencia. Pero la congelación de las colonias es una demanda palestina clave y, como era de esperar, el negociador ha dicho que las 1.100 viviendas equivales a 1.100 'noes' a la negociación. Para este viaje...

Decía un colega que, a veces, los periodistas tendríamos que callar para decir menos tonterías. Los políticos también. Escribir sobre Palestina produce tremendo rubor e infinita melancolía: lo peor siempre está por llegar. Aves de mal agüero. Del primer balance del Estado 'non nato' me sobrecoge la rutina de los verdugos y las víctimas, vampirizados por la situación en un permanente día de la marmota. Nunca hallan descanso. Mientras la diplomacia teje y desteje sin alterarse sobre el telar de Penélope. Es una suerte de maldición que garantiza la injusticia y convierte cualquier rescate en una burla. El mal fario como la buena estrella se nos aplica en el nacimiento sin que podamos hacer nada. Cuando hablaba con la redacción sentí el peso de mi destino inexorable. No había ocurrido nada, o nada que llamara la atención o animase a la lectura. Comprendí por qué es fácil lograr que un problema se pudra y preferí cantar antes que convencer.