La UE pasa la factura de la crisis a la banca con una tasa financiera
La Comisión propone un impuesto a la compraventa de acciones y derivados para recaudar 57.000 millones desde 2014
BRUSELAS.Actualizado:«Es hora de que el sector financiero devuelva a la sociedad parte de lo que ha recibido». Con esta contundencia, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, anunció su propuesta para la aplicación de un impuesto a las transacciones financieras -también conocido como 'tasa Tobin'- a partir de 2014. La nueva figura tributaria, que cuenta con el respaldo de Alemania, Francia y España, persigue recaudar anualmente 57.000 millones de euros mediante la imposición de un gravamen máximo del 0,1% a la compraventa de acciones y productos derivados.
El debate sobre la aprobación de una tasa financiera se ha mantenido vivo desde que estalló la crisis. En algunos momentos se pensó que se apagaría definitivamente por la oposición de EE UU, Reino Unido y China, pero la UE ha decidido dar un paso adelante. En plenas negociaciones sobre la posibilidad de inyectar más dinero público a la banca por las tensiones con la deuda soberana, Barroso presentó su planteamiento, que ahora deberán pactar los socios comunitarios.
El líder del Ejecutivo de Bruselas aprovechó su discurso sobre el estado de la Unión en el Parlamento Europeo para desvelar el nuevo tributo. «Es una cuestión de justicia. Si los trabajadores de todos los sectores desde la industria a la agricultura pagan una contribución a la sociedad, las entidades financieras también», remarcó en referencia a su exención del abono del IVA. Barroso, que se confesó «orgulloso» de poder poner en marcha la iniciativa, recordó que «los contribuyentes» han respaldado a la banca con 4,6 billones de euros desde el 'crash' de 2008.
La nueva 'tasa Tobin' tendrá dos tipos diferenciados. La Comisión propone una tributación del 0,1% para la compraventa de acciones y obligaciones. En el caso de los productos derivados como seguros de impago o inversiones en futuros, el gravamen se reduce al 0,01% porque estas transacciones mueven habitualmente volúmenes de dinero mucho más elevados. El impuesto se pagará siempre que al menos una de las partes involucrada en la transacción tenga su residencia fiscal en la UE.
El Ejecutivo comunitario insistió en que la tasa apenas tendrá efectos para particulares y empresas. Todos los servicios habituales proporcionados por bancos y cajas de ahorro como hipotecas, créditos o incluso las operaciones al contado de cambio de divisas quedan fuera del gravamen. El tributo, que será abonado por las entidades financieras y se centra ante todo en las actividades de los mercados, podría alcanzar a los pequeños inversores bursátiles si sus intermediarios acaban repercutiéndoles su aplicación.
El comisario de Fiscalidad, el lituano Algirdas Semeta, definió el nuevo impuesto como «bajo». Según explicó, los países europeos dejan de cobrar anualmente 18.000 millones por la exención del IVA del sector financiero. Semeta justificó con argumentos similares a los de Barroso la necesidad de la tasa porque en la banca «los bonus y los benecificios ya están al mismo nivel que antes de la crisis». El destino de la recaudación también está decidido. En principio, el dinero se lo repartirán los países y la propia UE, que gana un recurso propio para sus presupuestos y no dependerá en exclusiva de las partidas de los Veintisiete.
A nivel mundial
La propuesta de la Comisión se enfrenta ahora a un largo debate. Reino Unido ya avanzó que opondrá toda su «resistencia» a la medida, que podría acabar aplicándose solo en la zona euro. Según la BBC, el 80% del dinero captado por el impuesto europeo procedería de la City londinense. Pese a su rechazo, Gran Bretaña es uno de los diez países que cuenta en la UE con una tasa financiera. La iniciativa armonizará las distintas legislaciones, aunque los socios europeos podrán aumentar la cuantía del gravamen. La patronal Business Europe también censuró la tasa porque debería pactarse a nivel mundial para «garantizar» la igualdad de todas las empresas.
La UE pretende que su determinación sirva para convencer al resto de miembros del G-20 en la cumbre prevista en Francia a primeros de noviembre. Las relaciones con EE UU, sin embargo, no están en un momento dulce. Barroso no pasó por alto en su discurso las últimas críticas de Barack Obama, que acusó a Europa de «asustar al mundo» con su incapacidad para resolver la crisis de la deuda. «Me duele cuando me dicen con consejos paternalistas que hacemos las cosas mal», proclamó el líder comunitario antes de apelar al «orgullo de ser europeos» como arma fundamental para «afrontar el mayor desafío que ha conocido la Unión».