Guardiola, durante la rueda de prensa de ayer. :: EFE
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El Barça se enreda en Minsk

Antes de un partido vital en la Liga de Campeones, Guardiola sigue metido en un jardín con Rosell

BARCELONA. Actualizado: Guardar
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El Barça sigue sorprendiendo. En lo futbolístico, por los 22 goles que lleva en cinco jornadas de Liga tras haber conquistado doce de los últimos quince títulos que ha disputado desde julio de 2008. Y en lo extradeportivo, porque es el único club del mundo que utiliza una rueda de prensa previa a un importante partido de la Liga de Campeones para limar las asperezas surgidas entre el entrenador, Pep Guardiola, y el presidente, Sandro Rosell. No parece la mejor forma de centrar la atención en una competición que el Barça comenzó con el pie cambiado hace dos semanas. Sucedió en Minsk, en la lejana Bielorrusia, donde el modesto BATE Borisov intentará complicar la vida al vigente campeón, que en el Camp Nou se muestra tan avasallador, con un único lunar, como dubitativo a domicilio. El empate cedido en el último minuto frente al Milan (2-2) obliga al conjunto culé a ganar su primer encuentro de la temporada lejos de Barcelona tras los empates en Madrid (Supercopa de España), Donostia y Valencia, curiosamente con el mismo marcador: 2-2. El triunfo ante el Oporto fue en terreno neutral (Mónaco).

Los tres puntos son fundamentales, pero Guardiola, saltándose una de sus normas (hablar sólo del partido) y obligado por su incontinencia verbal del pasado sábado, se vio obligado a meterse de lleno en el jardín que ya pisó tras el 5-0 ante el Atlético. En ese momento, en la respuesta a una segunda pregunta demasiado casual, transformó la sonrisa de la directiva del Barcelona, que había vivido una plácida asamblea y un feliz partido, en una mueca de disgusto. Al técnico no se le ocurrió otra cosa que confesar que «estaba triste porque Laporta y sus compañeros de junta no se merecen sufrir tanto porque hicieron mucho por esta institución», en una clara referencia al embargo de los bienes del ex presidente y de varios directivos si no depositan un aval bancario de 23,2 millones de euros ante la LFP. Peligra un lujoso ático que Laporta compró en la Diagonal por tres millones de euros.

Rosell y su entorno entendieron que la situación, provocada por la antigua denuncia de un socio, pudiera conmover a Guardiola, que el jueves cenó con Laporta, Cruyff y varios amigos de la anterior cúpula. Pero no les pareció bien que abriera un frente público de defensa que ha conllevado todo tipo de rumores sobre el cisma entre presidente y entrenador en un club con fama de autodestructivo. Por eso Pep tuvo que centrar sus larguísimas respuestas del martes en un asunto tan espinoso para desesperación del traductor a bielorruso. Y lo que dijo no arregló demasiado las cosas, pues por una parte se ratificó en la tristeza por Laporta, por otro defendió que su relación con Rosell va por buen camino (se les vio abrazados en Minsk) y lo enredó todo al afirmar que «son las dos caras de la misma moneda, se parecen más de lo que creen». Menos mal que Messi, que con 192 goles oficiales con el Barça está sólo a dos de los 194 que logró el segundo máximo goleador en la historia del club, Kubala, vive ajeno a todo lo que no huela a fútbol y es el mejor aval ante el BATE Borisov para que el balón vuelva a imponerse, quizás con un 4--3-3 tradicional, a los líos de palacio.