El papa llama a los alemanes a no alejarse de la Iglesia
BERLÍN. Actualizado: GuardarEn la última gran cita de su viaje de cuatro días y frente a los 100.000 creyentes que se dieron cita en el pequeño aeropuerto de Friburgo, el papa Benedicto XVI se despidió ayer de su rebaño con un fervoroso llamamiento a los católicos de su país natal a mantenerse unidos y a encontrar nuevos caminos para impedir que los fieles se alejen de la Iglesia. Frente a miles de fieles que gritaban «¡Benedetto, Benedetto!» y ondeaban banderas del Vaticano, el papa llamó a sus compatriotas a unirse bajo su liderazgo y el de los obispos alemanes, un mensaje destinado también a silenciar a los críticos que amenazan con abandonar la Iglesia si el papa mantiene su línea conservadora.
«La Iglesia de Alemania continuará siendo una bendición para el mundo católico si permanece unida en la fe con el sucesor de San Pedro», dijo el Papa al referirse a su propio liderazgo y a la línea que ha trazado desde su elección en 2006. «La Iglesia alemana superará los grandes desafíos del presente y el futuro y seguirá siendo un factor de cohesión en la sociedad si los sacerdotes, las personas consagradas y los laicos creyentes en Cristo colaboran para la unidad», insistió.
Los abusos sexuales y la fe
«La Iglesia será creíble», prosiguió Benedicto XVI, si las parroquias, comunidades y movimientos se respaldan y enriquecen mutuamente, si los bautizados y confirmados, junto a los obispos, mantienen en alto la llama de una fe inalterada y deja que ella ilumine conocimientos y capacidades».
A lo largo de la visita, el papa ha reiterado en sus intervenciones y homilías la importancia de la fe y de la Iglesia en un país marcado por el secularismo. Defraudó también a los alemanes protestantes al negar un acercamiento ecuménico y causó irritación en la jerarquía de Iglesia Evangélica cuando señaló que los ortodoxos son la comunidad «más cercana» a su propia iglesia.
En Berlín, Erfurt y Friburgo, el papa defendió que la Iglesia «no puede, ni debe cambiar», solo para adecuarse a los nuevos tiempos que irrumpieron en la sociedad occidental. Benedicto sigue oponiéndose con vehemencia al matrimonio homosexual, defiende el celibato, niega la posibilidad para que las mujeres oficien misas y prohíbe los sacramentos a los católicos divorciados que se han vuelto a casar, como el presidente de Alemania, Christian Wulff. Pero tuvo un gesto digno cuando calificó como un «crimen» los abusos sexuales cometidos por sacerdotes. Dijo que los excesos cometidos por sacerdotes en Alemania y que salieron a la luz en 2010, habían «ensombrecido» la fe cristiana.