Dedicación absoluta
Actualizado:Mi no afiliación a partido político alguno, aunque no oculte mis simpatías ni mucho menos me considere apolítico, desde el respeto a aquellos ciudadanos adscritos a una concreta ideología, normal en todo estado de derecho, no impide que sea partidario del desempeño de un solo cargo público con lo que ello ya conlleva de responsabilidad. Considero incompatible y poco positivo para el bien común de toda localidad que el regidor o la regidora municipal, una vez obtenida la confianza popular, ocupe otro cargo ajeno al específico cometido que exige toda alcaldía, evitando así la precisa e ineludible atención al administrar la cosa pública para la que democráticamente fueron elegidos, trabajando para el que voluntariamente se presentaron aceptando la crítica - a ser posible nunca destructiva- con la mayor naturalidad cuando ésta surja y no solo el halago o los comunicados que puedan discrepar de lo realizado merecedores de una mejor acogida. Quienes forman parte de todo equipo de gobierno o de la que debe ser leal oposición a todos los niveles, están aplicando el estricto cumplimiento del deber justificando así la remuneración que proceden del erario público por una labor realizada por el bien común de una heterogénea y numerosa comunidad de ciudadanos. El tácito cumplimiento de lo prometido durante una campaña electoral cuando no pocas veces se ha estado en la oposición, hace más exhaustivo para el político, para la política, distintas misiones en otros puestos de la administración, aunque en ocasiones puedan alegarse desplazamientos o gestiones que según algunos pudiese beneficiar al municipio y «elevar económicamente el nivel del diputado de turno presuntamente». Para que esta dedicación a un solo y complejo cargo propicie una mayor cercanía con todos los ciudadanos, sin que ello evite que la cotidianidad postelectoral sea idéntica a lo expuesto con anterioridad a unos comicios. Y así, en tiempos de bonanza o de crisis a nivel mundial, se haga realidad el sabio refrán español: «Obras son amores y no buenas razones».