El abrazo más esperado
Las siamesas de Sudán ya pueden jugar juntas y mirarse de frente en su primer cumpleaños
Actualizado:Rital y Ritag ya pueden abrazarse. La ciencia ha conseguido lo que la naturaleza les negaba. Las gemelas, de doce meses de edad, nacieron literalmente inseparables. Sus cabezas estaban unidas y su cerebro compartía el riego sanguíneo de dos corazones que latían juntos pero bombeaban a ritmos distintos. Las pequeñas, que nacieron por cesárea el 23 de septiembre en Jartum, la capital de Sudán, celebraron el pasado jueves su primer cumpleaños. El mejor regalo, el más hermoso fue poder abrazarse y mirarse de frente. Sus padres habían soñado con ello. Pero solo era eso, un sueño. Él, de 31 años, y ella, de 27, ambos médicos y sin recursos económicos, no se resignaron a encajar ese golpe del destino, esa impotencia que destroza el alma al ver que sus bebés siempre serían diferentes a los demás. Y pensar en las inconcebibles torturas que sus pequeñas podrían llegar a padecer...
A veces la suerte existe si uno se empeña en no tirar la toalla. A estos padres sudaneses les llegó de la mano de la organización humanitaria Facing the World, que no cejó hasta lograr el traslado de las siamesas a Londres. A la capital británica llegaron en abril. Allí empezaron a pasar por todo un calvario que ha acabado, de momento, en final feliz.
Tras cuatro operaciones, el equipo médico del hospital londinense Great Ormond Street, capitaneado por el cirujano jefe, David Dunaway, anunció que la última intervención había sido un éxito. En las dos primeras tuvieron que separar el sistema vascular de las hermanas por estar intercomunicado, con lo que el corazón de una de ellas, el de Ritag, trabajaba en realidad para ambas. Cuando llegaron a Londres, el órgano de Ritag se encontraba gravemente deteriorado debido a los esfuerzos realizados. La vida de las pequeñas corría peligro. En la tercera operación se procedió a injertarles tejidos para estirar la piel, para que ésta pudiera cubrir sus cráneos una vez que se ejecutara la cuarta y definitiva, ocurrida el pasado mes de agosto.
Uno cada 2.500 millones
Las niñas viven y su estado de salud es bueno, aunque aún deberán permanecer ingresadas un tiempo hasta que puedan volver a su país. El cirujano David Dunaway reconoció que el proceso de intervenciones fue complicado. De no haberlo abordado, las crías no hubieran llegado ni siquiera a adolescentes. «La supervivencia de las gemelas en estas condiciones es extremadamente escasa», declaró Dunaway. La organización Facing the World concreta que la tasa de supervivencia es de uno por cada diez millones de casos.
La unión de siameses por la cabeza también es rarísima. Conocida con el nombre científico de craniopagus, solo sucede en un nacimiento de cada 2.500 millones. Maldito dato estadístico para Rital y para Ritag.
Algo más frecuentes son los siameses que nacen unidos por el torso o por el estómago. El pasado año se conocieron al menos dos casos: dos hermanos que fueron operados en la India y que en 24 horas pasaron de la placenta al quirófano. Compartían estómago e hígado y la operación salió bien. Pero los bebés nacidos en Venezuela en junio del mismo año no llegaron a la semana de vida. Compartían un mismo estómago, intestino grueso y delgado y un solo corazón. Su grave estado de salud les robó la oportunidad de ser operados. La directora médica del Hospital Central de San Cristóbal, Lucila Aguilar Suárez, declaró entonces que los casos de separación exitosa de siameses en el mundo son realmente «excepcionales, muy inferiores al 1%». En más del 99% de esos casos los niños nacen muertos o fallecen en el momento de nacer. Un dato curioso: por sexos, los casos de mujeres siamesas superan con creces a los de varones: nada más y nada menos que el 75% de mujeres frente al 25% de hombres.
A las pequeñas Rital y Ritag les queda un largo camino por recorrer. Ya juegan juntas y se dan la manita, pero los médicos no descartan que las operaciones pueden dejarles secuelas neurológicas. El tiempo lo dirá.