La fiera viste de azulgrana

Todo sigue igual. De Torres a Forlán, de Agüero a Falcao, todos los grandes jugadores atléticos que han llevado la ilusión colchonera al Camp Nou han acabado de la misma manera: arrodillados antes de que se consumara la media hora de partido. El cuadro rojiblanco había recuperado la esperanza con las dos últimas goleadas y de la mano del 'tigre' colombiano, pero se topó otra vez con ese muro imposible de salvar. Y que está pintado de azulgrana.

El duelo de anoche entre Barcelona y Atlético de Madrid se pareció muchísimo, demasiado, a lo de los últimos años. Solo cambian los nombres de los goleadores, y tampoco en exceso porque el insaciable Messi siempre aparece en los rótulos. Los colchoneros saltaron al cmpo con atrevimiento, con Diego sobre el campo y Turan en el banquillo (Manzano continúa con sus criticas rotaciones).

El centrocampista rojiblanco Thiago estrelló un primer disparo en el larguero. No fue más que una ilusión, un espejismo. Un par de minutos después, Xavi telegrafiaba un pase perfecto para Villa, a la espalda del desafortunado Perea, que el 'Guaje' transformó en gol con una calidad exquisita.

La presión asfixiante del Barcelona agotaba a los atléticos, que asistían cariacontecidos al vendaval azulgrana. Miranda introducía en su propia meta un balón suelto y minutos después Messi hacía el tercero avergonzando a una defensa de benjamines.

Antes de la media hora el conjunto de Guardiola había finiquitado el encuentro. Tras la llegada al descenso, solo faltaba saber el número de goles que se llevaría el Atlético para Madrid. Si el Barcelona se relajaba o seguía con el acelerador a mil. Porque nadie confiaba en la reacción colchonera.

El Barcelona bajó el pistón en la segunda mitad aunque jugando a muchas menos revoluciones le dio de sobra para controlar a su desdibujado adversario e incluso para ampliar su renta. Messi, estratosférico de nuevo, marcó el cuarto y el quinto, cerrando con un 'hat trick' otro recital de juego del Barcelona. En estos momentos, del Atlético solo quedaba el nombre.