La protesta, menos multitudinaria de lo esperado
Actualizado: GuardarUna salva de 21 cañonazos recibió a Benedicto XVI en el aeropuerto de Tegel, donde le esperaban el presidente Christian Wullf, su esposa y la canciller Angela Merkel. Pero en el otro extremo de la ciudad, la visita del papa alemán tenía un significado diferente para diversas personas que habían sido víctimas de abusos sexuales perpetrados por curas católico. Unas cien personas, todas vestidas con camisetas de color negro, se reunieron para protestar por la presencia de Ratxinger en Berlín. Sin que nadie les impidiera denunciar su frustración ante la pasividad mostrada por la jerarquía católica, el grupo portó una diabólica monja de cartón que llevaba en una mano un crucifico y en la otra un palo, y que mostraba en su pecho una frase categórica: «¡Nunca más!».