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Dos mujeres observan los enfrentamientos entre jóvenes palestinos y fuerzas israelíes en el puesto de control de Kalandia. :: M. L. / AFP
MUNDO

Abás alza hoy ante la ONU la voz de Palestina

La Unión Europea busca aprovechar el vacío que deja Estados Unidos para forzar la vuelta a unas negociaciones de paz reales con Israel

MERCEDES GALLEGO CORRESPONSAL
NUEVA YORK.Actualizado:

Estados Unidos e Israel lo habían presentado como el fin del mundo, pero el episodio que esta semana ha dejado exhausta a la diplomacia internacional tenía previsto hoy un desenlace tan ordinario que puede decepcionar a muchos: El hombre de pelo blanco y traje gris que representa a la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, entregará esta mañana una carta al secretario general de la ONU, dará un discurso en la Asamblea General y tomará un avión de vuelta a casa. La única sorpresa se la reserva su vecino e invasor israelí Benyamín Netanyahu, que ha prometido duras palabras. Nada que Abás no haya escuchado antes. El septuagenario presidente de un país sin Estado ha demostrado que llega por puro hartazgo a pedir el reconocimiento de la ONU que tanto asusta a Israel, y por tanto a EE UU, forzado a apoyar a su socio hebreo por la enorme influencia en el Congreso de los 'lobbies' judíos.

Los 30 años de frustradas negociaciones para alcanzar la paz en Oriente Próximo se leían en el rostro cansado de Abás, pero nada los traducía mejor que las palabras que captó un periodista de 'The New York Times' el martes por la noche en la recepción celebrada en la Biblioteca Morgan. Allí, un antiguo enviado de la ONU a Oriente Próximo, Terje Roed-Larsen, pidió audiencia al presidente palestino al que todo el mundo quería convencer de que no entregase hoy la petición de ingresar en la ONU.

«Esta noche los estadounidenses llenan mi agenda. Quieren que nos reunamos pero la verdad es que nosotros no», confesó Abás. «Y entonces, ¿por qué lo haces?», respondió el diplomático. «La verdad es que no lo sé. No estoy contento ni con los estadounidenses ni con los árabes. Estoy harto de toda esa gente y no sé lo que voy a hacer cuando vuelva». A sus 76 años, a Abás, que se siente «solo» y «traicionado», según desveló el expresidente israelí Simon Peres al rotativo, le toca cambiar de socios en el camino de la paz.

Frustración con Obama

El desencanto viene sobre todo de la frustración de las expectativas desatadas con la llegada de Barack Obama al poder. Por primera vez un presidente de EE UU convertía el conflicto palestino en prioridad al asumir el cargo. Obama nombró a un enviado de alto perfil, George Mitchell, lanzó un comprometido discurso en El Cairo y osó poner plazo al nacimiento del Estado palestino en esta misma ONU donde el miércoles calificó la petición palestina de «atajo» inútil. El líder israrelí había anticipado mejor que él el efecto del clima electoral que ya se vive en Washington. Los palestinos saben que durante el próximo año no podrán contar con EE UU. Por eso su única alternativa es levantarse por sí mismos.

«Esto no es un farol», repite una y otra vez el exministro palestino de Exteriores Nabeel Shaath. «Buscamos la aceptación total de la ONU» en el Consejo de Seguridad.

Mientras EE UU intenta evitar retratarse frente al mundo árabe en eso que los palestinos llaman «la hora de la verdad», la Unión Europea aprovecha el vacío negociador que deja. Durante meses, España ha alentado a la encargada europea de Política exterior, Catherine Ashton, a intensificar sus labores para trabar un consenso. No fue ella, ni siquiera el primer ministro británico, David Cameron, cuyo país tiene asiento permanente en el Consejo de Seguridad, los que anunciaron una solución a la crisis. Lo hizo la víspera Nicolas Sarkozy, que abogó por evitar la confrontación con EE UU en el Consejo de Seguridad para ir directamente a la Asamblea en busca de un estatus de observador permanente «transitorio», para formalizar negociaciones con Israel en un año. Por desgracia, Palestina ya ha escuchado esto otras veces, y de socios como Obama con más influencia sobre Israel.

Con la petición de Abás sobre la mesa de Ban Ki moon, que ha prometido agilizarla, se abre un periodo que puede durar semanas o meses. Es la última oportunidad para forzar unas negociaciones reales entre Israel y Palestina y para que la UE demuestre su liderazgo como mediador internacional. El problema es que todos parecen determinados a forzar un cambio de opinión palestino, más que una oferta real de Israel, cuya negativa a renovar la moratoria de nuevos asentamientos estancó las negociaciones el año pasado. Y por una vez los palestinos parecen dispuestos a ejercer su propia voz en el mundo.