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Economia

La Reserva Federal de EE UU decepciona a los inversores y las Bolsas europeas se hunden

El Ibex se desploma un 4,62% en un 'jueves negro' marcado por el miedo a un retroceso global y la falta de soluciones a la crisis

JULIO DÍAZ DE ALDA
MADRID.Actualizado:

Nada es suficiente. Ni la maniobra conjunta de los bancos centrales de medio mundo para inyectar dólares frescos a la banca, ni la compra de deuda soberana por parte del BCE, ni los incesantes planes de ahorro de Grecia, ni la maniobra con nombre de baile sesentero de la Reserva Federal para animar la economía estadounidense. El pánico se ha instalado entre los inversores y no hay quien calme a los llamados mercados, que parecen descontar una recesión global. Ayer se vivió otra jornada de infarto, con derrumbes generalizados en las Bolsas. Un auténtico 'jueves negro', con caídas que rondaron el 5% en toda Europa. El Ibex se dejó un 4,62%. El dinero busca refugio en los bonos alemanes, mientras la prima de riesgo italiana se dispara y calienta, de paso, la española.

La penúltima maniobra en busca de un respiro, esta vez de mano de la Reserva Federal (Fed) estadounidense, tampoco surtió efecto. Ben Bernanke apostó el miércoles por un 'Twist' (venta de títulos a corto plazo y compra posterior de otros a largo) de 400.000 millones de dólares en lugar de la compra masiva de bonos que muchos demandaban. Pretendía abaratar la deuda del país sin poner en riesgo la inflación, y al animar al tiempo a los inversores a la compra de bonos corporativos para dinamizar el crédito. No tuvo ningún éxito. Y menos cuando justificó su decisión en la necesidad de animar a la primera economía del mundo que, a su juicio, presenta un «lento» crecimiento y se enfrenta a riesgos «significativos». Esas dos palabras bastaron para disparar de nuevo todas las alarmas. No hay que olvidar que Bernanke, primero, no logró arrancar la unanimidad del Comité Abierto de la Fed para respaldar su decisión y, segundo, intervino poco después de un más que inquietante mensaje del Fondo Monetario Internacional (FMI). La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, cifró en 300.000 millones de euros el posible impacto en los bancos europeos por su exposición a la deuda soberana de los países con problemas.

En rojo

La jornada estuvo marcada por el temor y la búsqueda de valores refugio como los bonos alemanes. Y pudo ser peor, pues, a pesar de que el rojo fue la tónica dominante en toda Europa, los parqués del Viejo Continente cerraron sus puertas cuando Wall Street abría las suyas, inmerso en un descalabro cercano al 3%. Los analistas atribuyeron parte del pesimismo a unos malos datos de manufacturas en China, que pusieron la guinda a algunos recientes augurios que aseguran que los países emergentes empiezan a perder músculo y tampoco servirán para salvar de la crisis a las economías occidentales consolidadas.

El Ibex se apuntó su segundo peor día en el año, con todos los valores en caída libre. Los bancos se llevaron un serio varapalo, con BBVA dejándose un 5,35% y Santander, un un 4,77%. Telefónica cayó un 4,68%, mientras Repsol e Iberdrola perdían un 4,4% y un 5,1%, respectivamente. La peor parte se la llevaron Mittal (8,5%) e Indra, que se derrumbó un 7,3%.

Con la banca y la industria como principales lastres, el resto de plazas europeas también sufrieron lo suyo. El Dax alemán se dejó un 4,9%, en línea con el Footsie 100 londinense (4,6%) o el Mibtel italiano (4,5%). El CAC 40 francés lideró las caídas con un 5,2%. La misma aversión al riesgo se vivió en el mercado secundario de renta fija, donde los inversores se lanzaron a comprar deuda alemana, lo que llevó la rentabilidad de sus bonos a diez años a un nuevo mínimo (1,67%). Los pagadores de esa sobredemanda fueron de nuevo Italia y España. La prima de riesgo de los títulos emitidos por Roma llegó a dispararse hasta 413 puntos básicos, cerca de su máximo desde la entrada en el euro. La española aumentó hasta el entorno de los 371 puntos. Sin embargo, ambas se relajaron al cierre. El euro se estabilizó en 1,34 dólares después de tocar mínimos anuales.

La situación evidencia que las medidas tomadas hasta ahora no han surtido efecto. El temor a la recesión a ambos lados del Atlántico es cada día más fuerte y ni Europa ni EE UU parecen encontrar la receta que frene el desastre.