QUEDA PENDIENTE
Actualizado:La situación general desde el punto de observación de los sufridos socialistas andaluces, no está ni bien ni mal; sencillamente se desconoce. Aunque hay gente maja que no dimite. Por ejemplo, el jefe provincial de Cádiz, González Cabaña, un 'pata negro' con una sólida documentación de devota fidelidad a Manuel Chaves, que ejerció casi dos décadas como el custodio del poder autonómico andaluz. Lo animó, en su día, para ello, Felipe González, y por detrás, Guerra para que tuviera a la militancia socialista controlada. Y así, Chaves vivió sus años de madurez como presidente del Poder andaluz.
En política, hay que aclararlo, todo liderazgo conlleva a la espera un candidato a la sucesión del líder. En el caso de Chaves, por ejemplo, el presunto sucesor, de momento, es el gaditano González Cabaña, hombre de recias ideas socialistas y de una fidelidad en desuso. Así, pues, alguien hizo correr el rumor por los predios gaditanos que Cabañas andaba enfrascado en asegurarle al ex presidente Chaves el hueco que dejaba Rubalcaba en la corte. Además de una tontería, era un imposible.
Pero, finalmente, o al menos hasta el día de hoy, el tándem Chaves/Pizarro se colocaba frente a los ángulos de loa proyectiles del presidente Griñán, carente de mayores defensas. Aún estaba caliente la marcha forzada de la incombustible Rosa Aguilar a Almería, aún proscrita por la fe marxista de sus antiguos camaradas de IUCA. En realidad, Aguilar se había visto desplazada a ese far-west del pueblo de Tabernas por donde aún resuenan las notas del músico Emnio Morricone.
Pero quedaba pendiente de aclarar el destino de la incombustible Carmen Calvo, ex ministra y ex consejera de varios gobiernos de la Junta. Como es fácil discernir, las diferencias entre Aguilar y Calvo ya acariciaban la condición de legendarias. En cualquier caso, en los salones del Poder andaluz aún quedaban visibles los perfiles humedecidos de anteriores consejeros consejeras que sobrevivieron cuadros con trienios de ambas consejeras en los salones del palacio de san Telmo. Pero, ahora, con el taxímetro levantado del auto de Alfonso Guerra pueden suceder muchas cosas. En cualquier caso, el futuro inmediato para el PSOE no es que sea especialmente preocupante pero un poco de grima sí que da.