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Dos caballeretes

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Le están faltando el respeto a ellos mismos, no conformes con hacerlo a los demás. Los dos mandan mucho, excepto sobre sus urgentes inclinaciones. Ni Strauss Kahn, exdirector gerente del FMI, ni Silvio Berlusconi, que además es ‘cabalieri’, tienen demasiada caballerosidad. Uno es incapaz de reprimir sus instintos más primarios y le propone relaciones a las empleadas de hotel que acaban de arreglar la cama, para desordenarla otra vez. Si lo conoce Freud lo compra. Se cuenta que le ha sugerido el mismo encuentro dual a algunas camareras, entre plato y plato. Lo pintoresco del mandatario de ‘la divina península’ es todavía más curioso. A sus setenta y cinco años sigue conquistando ‘ragazas’, previo pago de su importe, y luego lo cuenta. No habla de otra cosa, ya que no es partidario de hablar de su peluquín. Ni Casanova, ni don Juan Tenorio fueron tan explícitos como este fantasmón. Según él, ocho de las diez hermosas y asequibles muchachas que hacían cola en su alcoba, tuvieron acceso a ella. Son en ambos casos, «pulsiones incontrolables», pero sólo constituyen «faltas morales». Los que no somos de profesión «moralistas» no reprobamos sus conductas, porque mientras nos reímos no hay tiempo para otra cosa.

Los llamados ‘viejos verdes’ son un linaje respetable. No se resignan a las injurias del tiempo y han encontrado en las farmacias la fuente de la eterna juventud. Consumen viagra por un tubo para luego quedar bien en lo que se llama conducto reglamentario, pero quedan muy mal ante sus votantes, que hubieran preferido que estuviesen superdotados para la política. O que fueran menos embusteros. A los dos les da tiempo para todo, incluso para vestirse. Son lo que podríamos llamar ‘pollivalentes’, si aceptamos la creación, que me pertenece, de este nuevo neologismo. Lo del dúo dinámico sexual europeo es algo bastante repulsivo. El caduco rapaz que apunta y atina, el malévolo diosecillo de amor, en vez de flechas tiene en su carcaj billetes. Muchos billetes.