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fútbol | primera división

El Madrid deambula en El Sardinero

Sin actitud ni una sola ocasión de gol, los blancos estuvieron a la altura de la permanencia ante un Racing de lucha y orden

AMADOR GÓMEZ
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Una segunda derrota consecutiva del Real Madrid hubiera sido preocupante, como reconoció en la previa José Mourinho, pero haber cedido cinco puntos consecutivos fuera de casa sin ser capaz de marcar un gol también ha encendido la luz de alarma en la casa blanca. El Madrid es presa de los nervios y la ansiedad.

El golpe recibido en el Ciudad de Valencia fue demasiado duro, y sin haberse recuperado aún del mazazo, en El Sardinero los blancos volvieron a protagonizar un partido horrible. Al igual que ocurrió la pasada temporada en muchos de los campos de los modestos, el Madrid tiró más de una hora y cuando quiso reaccionar ya fue demasiado tarde, y lo intentó de mala manera y sin fe. Mourinho revolucionó el once, con rotaciones o castigos, y al Madrid, pese a su calidad, deambuló y se le atragantó la lucha y el orden del equipo de Héctor Cúper.

Sin actitud, sin una solo ocasión de gol, y con un juego espeso desesperante, los blancos acabaron de nuevo desquiciados. Cuando uno de los escasos recursos ofensivos es Marcelo, muy mal asunto. La calidad no pudo con la brega, y el Madrid sin ideas y también tocado físicamente, acabó arrastrado en Santander. Muy impreciso y espeso, se mostró impotente para superar la defensa del Racing y generar alguna oportunidad. Los blancos no jugaron a nada, y ahora sí que están a la altura de la permanencia. O reacciona pronto o la situación sí que será grave para Mourinho.

Solo a partir del último cuarto de hora de la primera parte se animó algo el Madrid, pero siguió sin profundidad y el Racing no pasó apuros en ningún momento del encuentro. Su primer y casi único remate a portería no llegó hasta el minuto 44, con un cabezazo de Callejón a las manos de Toño. Demasiado precipitado, estérilcentro, aunque desde el principio demostró sus ganas de acallar al Sardinero.

Pero no funcionó, porque estuvo lento y demasiado individualista, como sus compañeros. Cuando la cabeza no va, el Madrid está perdido. El Racing, con una actitud más agresiva que los blancos, anuló por completo el juego del Madrid, que no tuvo una pizca de fútbol. Los de Cúper lograron trabar el partido y destruyeron cualquier atisbo de reacción de un equipo blanco adormecido y excesivamente tenso.

No estuvo cómodo nunca, y quizás las decisiones de su técnico también influyeron en el ánimo de un once que experimentó demasiados cambios, aunque alguno, como el de ellos, como los de Khedira o Coentrao, fuesen obligados. O bien Mourinho quiso dar descanso o decidió castigar, como es tan habitual en él, a Sergio Ramos y Di María, pero el caso es que Varane ocupó la plaza del sevillano y el olvidado Callejón, sin aportar nada, la del argentino. Ante tal incapacidad ofensiva, sin ninguna claridad en el medio con la pareja Lass-Xabi Alonso, al portugués no le quedó otra que recuperar a Di María para la segunda parte, y hasta la salida de Kaká fue el único que intentó dar otro aire por la banda y al menos lanzar a puerta.

Lo peor pudo producirse al comienzo del segundo tiempo si Casillas no llega a sacar una mano milagrosa a un remate envenenado de Serrano. Mourinho tardó mucho en reaccionar con los cambios, y no se atrevió a retirar a uno de sus mediocentros hasta la recta final. Había mucho miedo a ser golpeado por una contra. Ya con Higuaín en el campo, al Madrid no le quedaba otra que irse con todo arriba, pero no hubo acoso, y sí mucha falta de ideas y desesperación. Al Racing le bastó con no perder la concentración y mantener su disciplina defensiva para propinar otro varapalo a los madridistas. Este Madrid no va.