«Cometí una falta moral»
Strauss-Kahn dice haber mantenido relaciones sexuales consentidas con la camarera que le denunció
PARÍS. Actualizado: GuardarEn sus primeras declaraciones desde el caso que le costó en mayo el puesto de director del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn reconoció ayer haber cometido «una falta moral» al haber mantenido relaciones sexuales con la limpiadora de Nueva York que le acusa de haber intentado violarla. Pero negó que hubiese violencia, agresión o dinero por su parte y aludió repetidas veces a las «motivaciones financieras» de su acusadora sin descartar que se le hubiese tendido una trampa ni excluir de plano la teoría de un complot contra su candidatura al Elíseo en las presidenciales.
Cuatro meses después de ser detenido en el aeropuerto de Nueva York acusado de intento de violación y a las dos semanas de su ultramediatizado regreso a su domicilio de París, Strauss-Kahn rompió su ensordecedor silencio en el telediario de mayor audiencia de la televisión francesa. La cadena privada TF1 confiaba en incrementar sustancialmente la media de 6,6 millones de telespectadores que reúnen sus informativos de fin de semana.
Vestido con traje y corbata oscuros, DSK -como se le conoce en Francia- puso gesto grave y rostro serio en la hora de la verdad de su esperada confesión ante sus compatriotas. En su primera versión de lo ocurrido el 14 de mayo en la suite 2806 del hotel Sofitel de Nueva York, que ni siquiera había brindado a la Justicia, el político y economista explicó que «lo que pasó no incluye violencia, fuerza, agresión ni ningún acto delictivo».
Regreso a la vida política
«Es una relación inapropiada», parafraseó al Bill Clinton del escándalo con Monica Lewinsky. «Más que eso, una falta respecto a mi mujer, mis hijos y mi familia, pero también respecto a los franceses», agregó. «No era una relación pagada. Es una falta moral de la que no estoy orgulloso y que no he acabado de lamentar», proclamó.
El exministro de Economía y Finanzas (1997-1999) esgrimió repetidas veces en su defensa el informe definitivo de la Fiscalía de Nueva York, que el 23 de agosto abandonó todos los cargos contra él, que equiparó con un sobreseimiento. «Si hubiera quedado la menor acusación que se sostuviese, habría habido un proceso», enfatizó tras aseverar que toda la historia relatada por Nafissatou Diallo, su acusadora, es «una mentira». En el momento más emotivo de su autodefensa, DSK confesó que había tenido «mucho miedo» por su arresto y encarcelamiento durante cuatro días y tres noches. «Uno tiene la impresión de que esta máquina va a triturarte. Tuve la impresión de ser pisoteado y humillado antes de poder decir una palabra», expuso. DSK, quien adelantó su intención de no negociar en el proceso civil pendiente en Nueva York, declinó entrar en detalles sobre la querella por intento de violación presentada en París por la escritora francesa Tristane Banon, por tratarse de un caso aún en manos de la Justicia. Sólo se limitó a reiterar que los hechos imputados, que datan de 2003, son «imaginarios» y a recordar que ha presentado una querella por denuncia calumniosa contra la acusadora.
Presentado como un adicto enfermizo al sexo y mujeriego empedernido, el líder socialista caído en desgracia recusó ese retrato generalizado en la prensa y afirmó tener «respeto por las mujeres». «He visto el dolor que he creado a mi alrededor y he reflexionado. Esa ligereza, la he perdido para siempre», admitió con semblante contrito.
El exdirector del FMI recuperó su mejor forma al abordar las problemáticas económicas al final de la entrevista. «Si no reaccionamos rápido, dentro de 25 años Europa será una tierra de desolación», advirtió antes de pronunciarse a favor de una condonación de la deuda de Grecia al entender que «todo el mundo debe asumir sus pérdidas, tanto los bancos como los estados». «Toda mi vida ha estado consagrada a tratar de ser útil al bien público; ya veremos». DSK se despidió con un 'hasta luego' al dejar una rendija abierta a un futuro regreso a la política activa tras las primarias al Elíseo de sus camaradas en las que no piensa inmiscuirse.